Hemos necesitado apenas 6 días para confirmar lo que intuíamos. El alto al fuego en Gaza era un prólogo para el asalto que vendrá. Donald Trump acaba de pronunciar las palabras necesarias para que conozcamos sus deseos profundos y no nos quepan dudas: “It’s a real mess. Literally a demolition site”. “You’re talking about probably a million and a half people, and we will just clean out that whole thing and say: ‘You know, it’s over.”
It’s over. Y para ello se reanudaron los envíos de bombas de 2000 libras, capaces de perforar estructuras de concreto de casi un metro de espesor y se le retiraron las sanciones a los colonos israelíes que ocupen -saqueando o asesinando- los territorios de esa rara entidad que llamábamos «Palestina» y que quizás el mundo deba dar por perdida.
«The 2000 lb bombs, made by the American arms manufacturer General Dynamic and Ordinance Tactical System, have a blast radius that can kill people 360 m away from the point of detonation and can cause severe injury and damage building infrastructure 800 m away.», nos aclaraba el FXB Center de la Universidad de Harvard el 10 de octubre de 2024 cuando informaba que esas bombas se habían estado utilizando a lo largo de todo un año en la Franja de Gaza, por lo que cabe pensar que las que ahora envía Donald Trump no serán una novedad para los gazatíes que las vean caer sobre los escombros de lo que fue su vida.
Con ese tipo de artefacto se destruyeron durante el último año sus hospitales, sus escuelas, sus oficinas públicas, sus olivos y sus hogares, y se asesinaron decenas de miles de personas inocentes en busca de las y los rehenes que, ahora lo sabemos, o murieron bajo las bombas de quienes tan preocupados estaban por rescatarlos, o estaban felizmente a salvo en algún otro lugar.
It’s over. Y si ese Dios tremendo y rencoroso que les prometió la tierra de la que manan leche y miel, siguiera ayudando a los israelíes a salirse con la suya, la limpieza étnica se completará con la relocalización forzada de los que no hayan podido matar. Sobrevivirán, si pueden, a la miseria que los espera en Jordania o en Egipto -si alguno de esos países aceptara la presión que ya se ejerce para que los reciban.
It’s over. Porque aunque desde la nueva administración estadounidense aún no se ha hablado con claridad sobre qué le espera a la región cuando la guerra se de por concluída, sabemos sí dos cosas fundamentales:
En primer lugar, el “unwavering support” a todo lo que Israel se proponga, ya que como la nueva embajadora designada ante las Naciones Unidas manifestó en declaraciones al Congreso, EEUU reconoce el “biblical right” de Israel sobre los territorios en disputa. Y, como se sabe, ir contra los derechos bíblicos es algo que a nadie en su sano juicio se le podría ocurrir en los tiempos que corren.
En segundo lugar, Donald Trump ya ha expresado que, a su juicio, la Franja de Gaza podría ser un polo de desarrollo turístico excepcional y su yerno, Jared Kushner, conoce bien el tema.
“Gaza’s interesting, it’s a phenomenal location,” dijo el día de su asunción el viejo zorro inmobiliario devenido emperador del mundo, arrastrando las vocales como si paladeara un fruto prohibido. “On the sea, the best weather. Everything’s good. Some beautiful things can be done with it. It’s very interesting. Some fantastic things can be done with it.”
El desarrollador, los pacificadores, y el genocida
Pocos días después del ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023, más precisamente el 31 de ese mes, el Times of Israel daba cuenta de un documento oficial en el que se planteaba «to transfer the Gaza Strip’s 2.3 million people to Egypt’s Sinai peninsula», para lo cual ya se estaban realizando consultas con los EEUU y con países de la Unión Europea.
En esos mismos días el think tank israelí Misgav Institute for National Security & Zionist Strategy, publicaba un documento en el que establecía “There is at the moment a unique and rare opportunity to evacuate the whole Gaza Strip in coordination with the Egyptian government.”
Y desde entonces, ni el gobierno de Israel ni la prensa del país se han tomado la molestia de esconder que la intención detrás de los bombardeos indiscrimiandos y el corte de la ayuda humanitaria que la población de Gaza padeció hasta hace una semana, era la anexión de los terriorios que la comunidad internacional reconoce como palestinos, pero sin tener que lidiar con la población que se obstina en permanecer allí.
En los hechos, los «pacificadores» que tuvieron que suspender sus periódicas excursiones triunfalistas a Ucrania para viajar de Tel Aviv a Washington y de Washington a Doha como Antony Blinken o Jake Sullivan, o aquella hoy olvidada Kamala Harris de quien Alexandria Ocasio-Cortez dijo en plena campaña «she is working tirelessly to secure a ceasefire in Gaza and bringing the hostages home” no han hecho otra cosa que contribuir a crear, a lo largo de 15 meses, las condiciones para que la Franja de Gaza y Cisjordania se tornaran inhabitables con lo que es de esperar que quienes sobrevivan las abandonen «voluntariamente».
Al Partido Demócrata, la falta de perspectiva, de humanidad y de decencia en esta guerra interminable y cada día más cruel, les costó la elección. Y con su pan se lo coman.
La decisión acerca de cuántos deben morir y cuando y cómo, ha dejado de estar en manos de un genocida cómplice y vacilante como Joe Biden, que ya no sabía qué hacer con el monstruo que él y los suyos habían prohijado. Estará ahora en las manos de Donald Trump -y de Benjamín Nethanyahu, que parece eterno-. Ellos sí saben lo que quieren y ni siquiera tienen la vergüenza de ocultarlo.
Uno, vende el alma para salvar el pellejo y aspira a ser el fundador del Gran Israel, que se extenderá desde el Éufrates hasta el mar, como su Dios quiere, libre de miserables harapientos que vagan sobre una tierra que ya no es suya.
El otro, mientras siembra el caos y se deja acariciar por los débiles, adquiere los derechos de construcción un nuevo Mar-a-Lago. Rutilante, suyo, oriental y exótico, en las orillas dolientes del Mediterráneo -desde donde alguna vez nuestrol alfabeto y el espíritu inquieto navegaron y migraron hacia el mundo.