La firma de las primeras órdenes ejecutivas del segundo gobierno de Donald Trump la tarde del 20 de enero en el Capital One Arena, tuvo todos los elementos escenográficos del fascismo tecno-feudal que se desarrolla y se extiende como una enfermedad viral tras la pandemia, pero vale detenernos en cómo toda esa pernafernalia de insensatez afectará a Canadá, porque el daño no será menor. .
Una primera mirada al espectáculo puede y debe detenerse en la multitud bobalicona y exultante, convencida de que con cada nueva orden que el viejo magnate firma con afectada despreocupación, renacen desde sus cenizas el águila amenazante, la voluntad de poder y la fría crueldad que serán necesarias para devolverle al imperio la grandeza perdida.
Para eso lo siguen y para eso lo votaron.Para que ponga en su lugar, a dentelladas y cornadas si es preciso, a los enemigos de America. Y los enemigos de America así entendidos son prácticamente todo el mundo, lo que incluye, por supuesto, a Canadá. Mal que nos pese.
En el editorial de esta edición hemos tratado de abordar aquel momento en el Capital One, quizás el más rico en signos y en mal gusto pero, por supuesto, no todo fue escenificación grotesca, exhibición de la familia real, bravatas, desfile carnavalero de porristas y bomberos, o parodia.
También se le marcó un rumbo al mundo. Un rumbo que el mundo seguirá o no según cual sea la necesidad -o la vocación- que cada país tenga por apaciguar a la bestia dándole lo que reclama.
Las órdenes ejecutivas firmadas describen las prioridades de la nueva administración. Tomadas una por una no pasan de ser un ejercicio de caos conceptual y soberbia obtusa que van desde las amenazas de retomar el Canal de Panamá utilizando el medio que haga falta hasta el cambio de nombre del Golfo de México.
Vistas en su conjunto, sin embargo, guardan una coherencia que apunta a remodelar el país y las relaciones internacionles en función no tanto de las vagas ideas que Donald Trump tiene del mundo (lo que ya sería grave) sino en función de la voracidad de riquezas y poder de lo que autores como Yanis Varoufaquis han comenzado a llamar Tecno-feudalismo, al que ya nos hemos referido en «Al borde del abismo: ¿qué ha venido a ser la democracia?».
Algunas de esas órdenes muestran una especial inquina hacia la inmigración y hacia Latinoamérica, pero eso no es nada nuevo. Es la política tradicional norteamericana llevada a un nuevo nivel de conflictividad y nos dará tema para futuras reflexiones.
Otras, y allí está la novedad, apuntan directamente hacia México y Canadá, los dos países que tienen un mayor flujo comercial con los EEUU y cuyas economías están más íntimamente relacionadas con -y podríamos decir atadas a – las suya.
En What Trump’s Executive Orders mean for Canada, los economistas Jon Milton Hadrian Mertins-Kirkwood Stuart Trew, del Canadian Centre for Alternative Policies abordan los desafíos comerciales a los que el país se verá enfrentado, y se preguntan cómo debería posicionarse Canadá para no quedar entrampado en una nueva subordinación que minará aún más su independencia y su autonomía como nación.
Como dicen los autores al finalizar su trabajo: «… the damage is done. Even where Trump cannot immediately execute on his priorities, his administration will find other ways to proceed, especially if Congress lines up behind him. As the shock and awe of Day One fades, Canada must be prepared for the next four years of unpredictable, vindictive and destabilizing American policy.».
El memorándum comercial de Trump y el futuro económico de Canadá
Traducción Latin@s en Toronto
Desde distintos grupos de presión, incluida la plataforma del Partido Republicano y los think tanks vinculados a Trump, se venía reclamando una “America First Economic Policy” que incluyera el reequilibrio del comercio estadounidense mediante el uso de aranceles a las importaciones y la negociación o renegociación de los acuerdos comerciales estadounidenses. Las etapas iniciales de la versión de Trump de este plan se describen en un memorándum enviado por el nuevo presidente a una serie de secretarios y jefes de departamento de la novel administración.
Cuando se publicó, el memorándum provocó suspiros de alivio en Canadá, ya que ni en él ni en el discurso inaugural de Trump se mencionaban los aranceles a las exportaciones canadienses y mexicanas a los Estados Unidos. El alivio duró poco, ya que Trump murmuró algo el lunes por la noche, que repitió el martes, sobre el aumento de esos aranceles el 1º de febrero. “Estamos pensando en términos del 25 por ciento”, volvió a anunciar amenazadoramente.
La envergadura de esta amenaza poco diplomática (por decirlo suavemente) que se cierne sobre Canadá, y la cuestión de cuál es la mejor manera de responder, preocuparán a los gobiernos federales y provinciales durante la próxima semana y posiblemente más allá. Pero otras partes de la agenda comercial de Trump delineadas en el memorando del lunes –como la renegociación del Acuerdo Canadá-Estados Unidos-México, o T-MEC– también requerirán una atención cuidadosa.
De hecho, el Wall Street Journal informa esta semana que el arancel del 25 por ciento también puede ser una forma de presionar a México y Canadá para que acepten revisar el acuerdo antes de lo previsto: “Trump is particularly focused on using the threat of tariffs to change automotive rules under the continental trade pact, forcing car plants to move from Canada and Mexico back to the U.S., according to people familiar with his thinking”, informa el periódico.
Algunas de las otras acciones del memorando comercial de Trump que afectan a Canadá incluyen las siguientes:
- Se solicita a los secretarios de Comercio (Howard Lutnick), Tesoro (Scott Bessent) y el Representante Comercial de los Estados Unidos (Jamieson Greer) que investiguen los déficits comerciales persistentes del país y recomienden, antes del 30 de abril, “medidas apropiadas, como un arancel suplementario global u otras políticas, para remediar dichos déficits”. Si estos designados por Trump acuerdan un arancel global, es posible que las exportaciones canadienses se vean afectadas por él.
- Revisar e identificar prácticas comerciales desleales y recomendar acciones unilaterales, en la ley estadounidense, para tomar represalias.
- Iniciar consultas públicas antes de la revisión obligatoria del T-MEC en 2026, como lo requiere la legislación de implementación de los EE. UU. para el acuerdo comercial de América del Norte. Este paso debe darse antes de que Estados Unidos pueda involucrar a México y Canadá en la revisión, que Trump ha prometido convertir en una renegociación completa.
- Investigar si algún país extranjero “somete a ciudadanos o corporaciones de Estados Unidos a impuestos discriminatorios o extraterritoriales de conformidad con la sección 891 del título 26 del Código de los Estados Unidos”. Esto se relaciona con una orden ejecutiva separada que retira el apoyo de Estados Unidos a las discusiones de la OCDE sobre un régimen tributario global justo para las multinacionales. Trump está prometiendo tomar represalias contra los países que intenten gravar de manera justa a los gigantes digitales estadounidenses como Google, Amazon, Meta, etc. Estas medidas ponen el impuesto a los servicios digitales de Canadá directamente en la mira de Trump.
- Realizar una nueva revisión de seguridad nacional de la base industrial y manufacturera de Estados Unidos para determinar si se deben tomar más medidas comerciales contra las importaciones. Trump también quiere revisar las exenciones que se han hecho a los aranceles compensatorios anteriores (sobretasas a las importaciones) sobre el acero y el aluminio, como el tipo otorgado a Canadá y México en 2019 al cierre de las negociaciones del T-MEC.
- Se pide a los secretarios de Estado y de Comercio que evalúen y formulen recomendaciones sobre cómo garantizar que los estados extranjeros cumplan con las restricciones estadounidenses existentes y futuras sobre las transferencias de bienes y tecnologías estratégicos a “rivales estratégicos”, a saber, China. Estas políticas ya restringen la capacidad de Canadá de expandir los mercados para las empresas canadienses en Asia, o atraer inversiones a Canadá de empresas asiáticas, y vincularán aún más a Canadá con la agenda geopolítica de Trump.
- Los secretarios de Comercio y Seguridad Nacional “evaluarán la migración ilegal y los flujos de fentanilo desde Canadá, México, la [República Popular China] y cualquier otra jurisdicción relevante y recomendarán medidas comerciales y de seguridad nacional apropiadas para resolver esa emergencia”. El informe sobre este asunto debe presentarse al presidente antes del 30 de abril de este año.
- La decisión de Trump de poner fin al “mandato” de vehículos eléctricos en Estados Unidos y “suspender de inmediato el desembolso de los fondos asignados a través de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022”, si bien no está en el memorando comercial, afectará el comercio canadiense de productos automotrices si reduce la demanda de vehículos eléctricos. Las plantas canadienses que se están reequipando para producir vehículos eléctricos se ven amenazadas por la medida, lo que plantea interrogantes sobre las opciones de Canadá para mantener de manera efectiva la inevitable transición hacia el abandono de los vehículos a gasolina (véase más arriba).
Parte de todo lo anterior es rutinario para la USTR. Estados Unidos publica una lista anual de barreras comerciales extranjeras en todos los países. Cuando las quejas se refieren a situaciones que no violan un acuerdo comercial con Estados Unidos o las reglas de la Organización Mundial del Comercio,, el «modo estadounidense» de procesarlas abarcan desde la diplomacia a la coerción. Sin embargo, la normalización de los aranceles como palanca de negociación y como fuente de ingresos para el gobierno estadounidense, como Bessent manifestó en el Congreso la semana pasada, es toda una novedad.
De este modo tenemos un posible escenario en el que Trump 1) le apriete las tuercas a Canadá con un impuesto a las importaciones, 2) implemente impuestos de represalia a las empresas canadienses en Estados Unidos relacionados con el impuesto a los servicios digitales, y 3) militarice la frontera con el potencial de afectar el flujo de personas y bienes.
Todo lo anterior se suma a la incertidumbre de enfrentar un arancel del 25 por ciento a todas las exportaciones canadienses a Estados Unidos a partir del 1º de febrero -o quizás algo más tarde-, relacionaos al tráfico interfronteriza que se ha manejado como primera excusa.
Esto debería ser una gran llamada de atención para Canadá. Un acuerdo rápido entre Trump, México, Canadá y posiblemente China, relacionado con las importaciones de fentanilo, podría potencialmente evitar los aranceles si de hecho eso es lo que la amenaza de Trump pretende lograr. Desafortunadamente, aún no lo sabemos.
Es muy posible que Trump esté apuntando a algo más grande relacionado con la renegociación del T-MEC, o incluso es probable que estas demandas sean una fachada para encubrir planes para repatriar la manufactura, la minería y otras actividades canadienses y mexicanas a Estados Unidos.
Si ese fuera el caso y Trump no quiere lo que Canadá vende, necesitamos encontrar maneras de venderlo en otros lugares o usarlo nosotros mismos.
Incluso si las demandas finales de Trump fueran más limitadas, sería prudente reevaluar radicalmente nuestro lugar en América del Norte. El apaciguamiento con el propósito de integrar más estrechamente las economías canadiense y estadounidense, que los grupos de presión empresariales están pidiendo, es una causa perdida.
Por el contrario, deberíamos estar pensando más en mejorar los recursos naturales en Canadá, la adquisición gubernamental estratégica de productos hechos en Canadá, más flujos este-oeste de electricidad, energía, bienes y servicios. Y también deberíamos estar comerciando más con países que quieren comprar nuestros productos y que estarán tan molestos como nosotros por lidiar con el acoso económico de Trump.
El poder (y los límites) de las órdenes ejecutivas
Las órdenes ejecutivas presidenciales son en los EEUU una herramienta poderosa que permite a una administración avanzar rápidamente en ciertas prioridades políticas eludiendo al Congreso y otras formas más democráticas de formulación de políticas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, un presidente no está por encima de la ley.
Muchas de las órdenes ejecutivas de Trump serán impugnadas en los tribunales. Su afirmación de que Estados Unidos despojará de su ciudadanía a los estadounidenses por nacimiento, por ejemplo, es manifiestamente inconstitucional y es poco probable que sobreviva a las impugnaciones legales. Otras órdenes ejecutivas serán suspendidas, modificadas o derogadas, como sucedió durante el primer mandato de Trump, lo que retrasará la implementación de su agenda. Y las políticas comerciales de Trump, en la medida en que violen los acuerdos comerciales existentes y el derecho internacional, serán combatidas por otros países.
Sin embargo, el daño ya está hecho. Incluso cuando Trump no pueda ejecutar de inmediato sus prioridades, su administración encontrará otras formas de proceder, especialmente si el Congreso se alinea detrás de él. A medida que se desvanezca la conmoción y el asombro del primer día, Canadá debe estar preparada para los próximos cuatro años de una política estadounidense impredecible, vengativa y desestabilizadora.