La gente nos mirará y van a querer nuestras sonrisas

Algún día juntaremos los soles que tú pintas con los soles que yo hago nacer y tendremos para los dos, para los tres y para todos, unas caras felices. La gente nos mirará y van a querer nuestras sonrisas. (…) Ama con todo el amor de la vida cuando el amor te asalte. Sé apasionada. Haz de cada época de tu vida una leyenda. .

 

No es habitual tropezar con la ternura cuando uno está intentando rastrear la historia. No porque el amor y los sentimientos hayan estado ausentes de la vida de los personajes con los que nos encontramos al mirar hacia atrás, sino porque el paso del tiempo parece privilegiar otras cosas: la racionalidad, las emociones, la fe, las ideas, la violencia, los cálculos…

Por esa razón las cartas de amor, los diarios íntimos, o el modo en que las figuras públicas se han relacionado con quienes estuvieron en sus vidas, son instrumentos inapreciables a la hora de evaluar sus personalidades, conocer su época, y entenderlas a la luz de la nuestra.

Cuando el 7 de agosto la senadora colombiana María José Pizarro le colocó la banda presidencial a Gustavo Petro, en la espalda de su abrigo se podía ver la imagen de su padre, fundador del M19, asesinado tras la firma de los acuerdos de paz de 1990.

Carlos Pizarro Leongómez había vivido sólo intermitentemente con su familia, su relación con su esposa y sus dos hijas se había limitado, durante largos lapsos, a lo epistolar, y en algún momento le escribió a María José, la hoy senadora, la carta que sigue. Se trata de un texto que no fue pensado para formar parte de la historia, pero sin dudas ayuda a interpretarla y a entender mejor nuestro hoy.

«Mi niñita:

Tengo en mi alma para ti un montón de sonrisas y mariposas. Algún día juntaremos los soles que tú pintas con los soles que yo hago nacer y tendremos para los dos, para los tres y para todos, unas caras felices. La gente nos mirará y van a querer nuestras sonrisas. Ese día llegará; por ahora, que nos toca continuar lejos el uno del otro, recuerda siempre que no importa dónde estés y lo que hagas, yo te amé antes de que nacieras y te amo más hoy que te conozco, hoy que no te sienten rara ni mis ojos, ni mis manos, ni mis sueños.

(…) Sé sabia, amor mío. Ser sabio es conocer en cada época todo lo que ella nos depara, vivir apasionadamente cada camino y cada extravío, saber siempre que el saber es un árbol infinito donde siempre se escala, ser sabia, mi niñita, es saber gozar de las cosas pequeñas de la vida y saber estar siempre al lado de los ideales justos. Y sé buena, también, niña mía, que tu alma siempre esté vestida de fiesta para recibir al amor y para hacer brotar amor. Nadie se resiste a un alma que va de fiesta por la vida. La risa convoca la risa. El amor llama al amor. Odia, mi niña, la injusticia y a los injustos, odia el dolor que provocan unos hombres en otros, rebélate contra toda injusticia que veas cometer a tu lado. No importa si sufres un poco por ello, con el tiempo tu estatura se habrá agigantado y te regocijarás con el orgullo en tu propio valor personal, un orgullo sano, dulce y humano.

Mi niña, yo no te he podido dar toda la ternura que mi vida había acumulado para alimentarte y recrearme. Tengo atrasadas un sinfín de caricias que sólo tú, mi hija, podrías despertar y debías recibir. Las guardo en mí. De pronto algún día podrán florecer en tus manos o en las de tus hijos.

Que nunca existan lágrimas en tus ojos, búscame cuando estés triste en el sol y las estrellas, en el aire, en todo lo que hay bello en la vida. Yo no pude acompañarte en la vida pero te di la vida y no me arrepentiré jamás. A ti te corresponde hacerla luminosa, trabaja y juega; juega y trabaja, y serás feliz.

Espero, mi amor, que tu vida se agigante con tus propios desafíos y sea lo que el destino te tenga trazado. Convoca para tu alma y tu cuerpo el amor del hombre o los hombres que te sean entregados por la vida. Sé generosa en el amor, no cuentes en tiempo, ni te reserves nunca para el futuro en cosas del amor. Desgárrate siempre que ames. Ama con todo el amor de la vida cuando el amor te asalte. Sé apasionada. Haz de cada época de tu vida una leyenda (…)»

 

Texto tomado de «De su puño y letra», Carlos Pizarro, pp. 137. 2013. Editorial Debate.