Francia: ¿Elecciones de pre-guerra? Chacun de vous est concerné

Fueron 28 días que sorprendieron al mundo, aunque no llegaron a conmoverlo. Y podríamos pensar que es algo que no tiene por qué importarnos demasiado.

El resultado de las elecciones legislativas en Francia, sin embargo, es inseparable de lo que 4 días después se discutía en la cumbre de la OTAN en Washington. Y en ese sentido, a todos nos concierne. O debería. .

 

Chacun de vou est concerné, rezaba el estribillo de una canción del post-mayo del 68 y el recuerdo viene a cuento porque una vez más, lo que sucede en ese país que tan profundamente -para mal y para bien- ha marcado a nuestra cultura, tiene mucho que ver con nuestro futuro. Vale la pena repasarlo y tenerlo en cuenta.

El vértigo y la duda

«Francia evitó el peor de los escenarios posibles», dijo con acierto Jean-Luc Mélenchon, el lider de La France Insoumise, apenas conocido el resultado de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, en medio de un alborozo generalizado. Pero Marine Le Pen, la lider de la ultraderecha francesa, podría no estar equivocada cuando esa misma noche manifestó, preocupada pero sonriente, que lo sucedido no es más que el retraso de un desenlace inevitable: su llegada al poder.

Los 28 días transcurridos entre el 9 de junio y el 7 de julio, dejaron en Francia una situación inédita y potencialmente inestable, pero lograron dejar boquiabierto al mundo.

Alejan al menos por un año la posibilidad de que la extrema derecha acceda al gobierno, pero la ubican en una situación inmejorable para lograrlo, quizás con mayorías absolutas, dentro de tres. Mostraron una izquierda que pudo unirse cuando no hubo otro remedio, pero seguirá siendo capaz de disgregarse por cualquier «quítame allá esas pajas», en culquier momento. Le dieron a quienes habitualmente no se toman el trabajo de votar, un motivo para abandonar ¿momentáneamente? la apatía.

El tiempo dirá de qué manera y en qué sentido el resultado de toda esa febril actividad alejan o no a Francia del rumbo al que parece encaminarse el resto de eso que llamamos Occidente, pero no deberíamos dejar de lado un elemento esencial: el país se alejó algunos centímetros de la guerra.

Tratemos de ver, muy resumidamente y en tres episodios, qué es lo que pasó en esas cuatro semanas que finalizaron con millares de jóvenes aún incrédulos, festejando en las calles algo más que una victoria: un milagro.

Episodio 1 –  El rencor ve llegada su hora

Que en las elecciones para el Parlamento Europeo celebradas entre el 6 y el 9 de junio, triunfara con holgura Rassemblement National (el heredero del Front National, que desde 1972 a 2018 reunió a nostálgicos del colonialismo y el nazismo con xenófobos y racistas de nuevo cuño) había sido anunciado por todos los sondeos y no sorprendió a nadie.

La formación de Marine Le Pen, con un 32% de los sufragios, quedó muy por delante de quienes responden al presidente Macron, que alcanzaron un 14%, de los candidatos socialistas, que obtuvieron un 13%, y de los de la izquierda que se reconoce en La France Insoumise, que apenas llegaron al 10%.

El triunfo de la extrema derecha en esa instancia no sólo había sido anunciado, sino que se interpretó con razón como parte de la ola ascendente, en toda Europa, de corrientes similares. Confirmaba además el número cada vez mayor de quienes creen que sus malestares cotidianos tienen a la «inmigración descontrolada» como responsable única, ya que esa inmigración pone en peligro sus trabajos, su identidad cultural y una serie de valores tradicionales que creen propios e imaginan superiores.

Enancada en el rencor, la inseguridad, el miedo, y también en el hastío, Marine Le Pen, la hija «moderada» y hábil del viejo fascista, acariciaba por fin el triunfo.

Episodio 2 – Un guerrero confiado en su estrella

Apenas conocidos los resultados, en un abrir y cerrar de ojos, Emmanuel Macrón anunció la disolución de la Asamblea Nacional y el llamado a elecciones legislativas en el mínimo lapso permitido por la constitución. La primera vuelta se celebraría el día 30 de ese mismo mes, y la segunda vuelta tendría lugar apenas una semana más tarde, el 7 de julio.

Las razones que llevaron al presidente a tomar una decisión tan drástica, a la que no estaba obligado legalmente y que a la postre se mostró tan riesgosa, pueden ser varias.

Una de ellas es obvia. En Francia, dado su sistema electoral y desde hace décadas, cada vez que cunde el temor de que la ultraderecha acceda al poder, los votos de lo que se conoce habitualmente como «arco republicano», se decantan hacia la opción que pueda evitarlo. Estando la izquierda dividida como suele estarlo, esa opción se limitaba a él mismo.

Que las elecciones se celebraran sólo dos semanas después de tomada la decisión y que sólo una semana separara la primera de la segunda vuelta, simplemente cerraba el cerrojo.

Emmanuel Macrón, que tras las elecciones de 2022 no cuenta con mayoría parlamentaria propia y que ha demostrado muy baja tolerancia a que su legitimidad sea puesta en duda, confió -de manera excesiva- en su buena estrella. Creó ¡él mismo! las condiciones para que Rassemblement National quedara a las puertas del gobierno, seguro de que el temor a que eso sucediera le otorgaría el poder que por el momento no tiene.

Ese poder incluye -vale la pena consignar ésto porque quizás explica todo ese desborde de autoconfianza, urgencia, y pequeñez estratégica- la posibilidad de cumplir con lo que el presidente venía anunciando desde hacía al menos tres meses: el envío de tropas francesas a Ucrania. Lo que a su vez sería el diparo de partida de una guerra generalizada en toda Europa.

Si tenemos en cuenta que entre el 9 y el 11 de junio se deasarrolló en Washington la Conferencia cumbre de los 32 países de la OTAN, en la que el tema principal de discusión ha sido qué país europeo liderará el respaldo a Ucrania, qué implicará ese respaldo, y quizás también qué tajada tendrá cada uno una vez finalizada la guerra, se comprende de otra manera la urgencia de Emmanuel Macron por afirmar su legitimidad presente -y su futura gloria.

Posiblemente el llamado -también apresurado- de Rishi Sunak a elecciones anticipadas en el Reino Unido, celebradas el 4 de julio y que resultaron en un triunfo laborista, haya estado originado en preocupaciones similares. En Diálogos lo habíamos analizado hace muy pocos días en Another one bites the dust. Es mucho lo que está en juego y nadie quiere quedar fuera del horror que viene.

Pero no nos alejemos demasiado de Francia que ese es el tema que hoy nos convoca

Episodio 3 – La insumisión urgente y las sorpresas

Volvamos a esos 28 días en que sucedió lo que pocos imaginaban. Lo haremos sin detenernos demasiado en los detalles porque el vértigo así lo impone y porque lo que realmente importa está aún por suceder.

Bastaron 24 horas para que la casi totalidad del espectro de centro y centro izquierda de todo el país decididera presentarse a las 577 elecciones distritales del 30 de junio con candidatos comunes y un programa común.

Bastaron 48 horas para definir las 577 candidaturas. Bastaron 72 para que la izquierda definiera el programa común y para que Emmanuel Macrón comenzara a sospechar que todo su plan había volado por el aire.

Con una velocidad inusitada, el Nuveau Front Populaire recién formado por La France Insoumise, el Partido Socilaista, el Partido Comunista, los Verdes y otros grupos menores, mostró una izquierda capaz de estructurar un mensaje claro, esperanzador, que no escondía su radicalidad y que no intentaba mimetizarse con el enemigo.

En este caso, parodiando las técnicas de relajación que son tendencia en las redes.

 

La primera vuelta de las elecciones legislativas del 30 de junio dejó como saldo al Rassemblement National en primer lugar con un 33% (muy lejos de las mayorías absolutas con las que soñaba), al Nuveau Front Populaire sólo 5% por detrás, con el 28%, a Junts -la coalición presidencial- con el 20%, y a Les Républicains, una formación de derecha moderada, con el 10%.

De todas formas, como anotábamos antes, el sistema electoral francés no es proporcional. En esa jornada se dirimían, en realidad, las candidaturas de 577 distritos diferentes, y el sistema establece que a no ser que un candidato distrital logre más del 50% en primera vuelta, pasan a la segunda los dos primeros -o también un tercero en caso de que haya alcanzado más del 12.5% del total del padrón del distrito.

De ese modo, pude suceder que, en la segunda ronda de votación, para desplazar al candidato que ha obtenido el primer lugar, se retire de la competencia uno de los otros dos -sobre el supuesto de algo que no siempre ocurre: que los votantes del candidato que se retira acepten votar al que permanece.

Eso implica negociaciones trabajosas, largas, que requieren una dosis de generosidad y/o maquiavelismo no menor, y que de todas formas no aseguran que el día de la votación los acuerdos sean respetados.

Sin embargo, como ahora sabemos, lo que parecía imposible sucedió. Y el milagro dejó al desnudo nuevas y renovadas incertidumbres.

Episodio 4 – Lo que vendrá tras el milagro

Dejando los porcentajes de lado -ya que tras la segunda vuelta corresponde tener en cuenta los escaños obtenidos-, el Front Populaire alcanzó una mayoría relativa en la Asamblea Nacional con 182 diputados, seguido por Junts con 168, Rassemblement National con 143, y Republicains con 66. Fuerzas pequeñas de izquierda que se mantuvieron por fuera del NFP, alcanzaron 12.

El milagro que deseamos festejar y festejamos -que la ultraderecha haya sido relegada al tercer lugar y que la izquierda que, hasta 28 días antes estaba desunida y debilitada haya sido la fuerza más votada-, no es despreciable. Aunque para relativizarlo vale anotar que Rassemblement National recogió más apoyos en la segunda votación que en la primera, y tiene ahora 50 diputados más que un mes atrás.

La aritmética parlamentaria que ha surgido del 7 de julio es endiabladamente compleja y determina que alcanzar mayorías, en el caso del Front Populaire, será prácticamente imposible. Y este panorama, de acuerdo a la constitución francesa, permanecerá inalterado al menos un año.

Acerca de los temas de política interna -como el salario mínimo, la baja de la edad jubilatoria o la inmigración-, no parece haber posibilidad de acuerdos.

Y tampoco la hay en cuestiones de política internacional, como el involucramiento directo de Francia en una guerra que podría extenderse hacia sus propias fronteras si eso sucede, el respaldo obsecuente a la política de los EEUU respecto a Palestina o China, la aceptación de la soberanía de las ex-colonias del Sahel, o las relaciones comerciales con terceros países (el Mercosur y el resto de América Latina, por ejemplo).

Emmanuel Macrón, que permanecerá en el poder hasta 2027, no ha salido tan fortalecido como deseaba, pero no está tan debilitado como parece.

No muestra inclinación alguna a llamar a la fuerza más votada para que forme gobierno (como indica la costumbre) y tampoco parece conveniente que la izquierda acepte comprometerse en una cohabitación en la que el Jefe de Estado optará por realizar acuerdos con quienes están a su derecha cada vez que lo estime conveniente (es decir siempre).

Mucho está en juego. Y quizás el Nuveau Front Populaire, al menos por ahora, debería dedicar sus pocas fuerzas a mantenerse unido -y a aprender cómo hacerlo.

Como recordaba Chacun de vous est concerné, aquella vieja y triste canción con la que Dominique Grange describió el panorama posterior a las elecciones en las que Charles De Gaulle derrotó al movimiento insurreccional juvenil en julio de 1968, aunque pensemos que nada de esto nos importa, nos concierne. A cada uno de nosotros.
HORACIO TEJERA
HORACIO TEJERA
Comunicador, activista por los derechos humanos,y el desarrollo sostenible, y diseñador gráfico - Editor de Diálogos.online