Las razones por las que toda escuela debe ser también una escuela de arte

Durante los últimos 20 años, hemos trabajado con el inspirador concepto de que la expresión artística no se diferencia en esencia de otras funciones cerebrales, como el lenguaje, la atención y la memoria. Esas funciones cerebrales, con sus combinaciones potencialmente infinitas, hacen posibles las mejores formas de comunicación. .

 

Cuando evaluamos a los artistas en nuestra Clínica de la Memoria, ellos nos brindan nuevas perspectivas sobre la naturaleza de la creatividad artística. Este conocimiento ha perfeccionado y enriquecido nuestra comprensión de cómo el cerebro procesa funciones esenciales como la abstracción, la memoria, el lenguaje metafórico, la expresión visual, el ritmo, todas las variaciones de memorias diferentes, y muchos otros aspectos que enriquecen nuestra condición humana.

Hemos demostrado que el arte, en cualquiera de sus múltiples expresiones, potencia prácticamente todas las funciones cognitivas del cerebro. Junto con muchos otros centros similares en McMaster, Carleton, McGill, la Universidad de York, Simon Fraser y la UBC, establecimos que la expresión artística, la comprensión o simplemente la observación-audición, protegen nuestro cerebro de los efectos de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos, y muchos otros problemas del desarrollo neurológico, como la esquizofrenia y los trastornos del espectro autista.

Hemos demostrado con nuevas técnicas neurocientíficas lo que nuestros colegas terapeutas recreativos, arteterapeutas y musicoterapeutas nos repitenn desde hace ya muchos años. Cualquier forma de arte estimula nuestro cerebro desde muy temprano en la gestación, alrededor de los dos meses de vida embrionaria, y continúa haciéndolo durante la infancia, la niñez y el resto de nuestra vida.

Hemos aprendido, gracias al renacimiento de las neurociencias en los últimos años, que nuestra plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para regenerarse y crear nuevas conexiones neuronales, funciona eficientemente hasta el último minuto de nuestra vida. El arte, en cualquiera de sus formas, es un activador muy importante de la neuroplasticidad.

En otras palabras, nos ayuda a aprender nuevas habilidades, consolidar y recuperar todo tipo de recuerdos biográficos y emocionales, y en particular, reorganiza todos nuestros neurotransmisores cerebrales en respuesta a los estímulos artísticos.

Cuando se activa la dopamina, por ejemplo, se estimulan los sistemas de recompensa, la motivación, el placer y, en particular, otras funciones cognitivas superiores, como la programación verbal, la forma en que hablamos y la función mental rápida.

Con la serotonina, otro de los neurotransmisores importantes asociados con el estado de ánimo, ocurre lo mismo. El arte aumenta los niveles de serotonina y estabiliza el estado de ánimo.

El antiguo concepto de cuándo y dónde se originó el arte es inapropiado, ya que somos artistas por naturaleza y el arte nace de nuestra humanidad.

Este concepto ha sido firmemente respaldado por recientes hallazgos neuroarqueológicos y antropológicos, que indican que el origen del arte se remonta prácticamente a nuestros orígenes como seres humanos. En otras palabras, el arte forma parte del instinto humano y, como tal, desempeña un papel fundamental en el desarrollo no solo de nuestra mente y cerebro, sino también de nuestras sociedades en las diferentes culturas del mundo.

Estudios realizados en la Universidad Carleton de Ottawa corroboran la observación de que el arte es un potente estimulador cerebral durante la infancia y la adolescencia. Esos estudios demuestran que los niños que participan en cualquier tipo de actividad musical, baile o canto desde una edad temprana pueden desarrollar áreas importantes del cerebro que estaban hasta entonces prácticamente inmaduras.

El arte influye positivamente en el procesamiento perceptivo, la expresión verbal, el tiempo de reacción y, en particular, en las funciones conductuales y ejecutivas —los objetivos que anhelamos en la vida—. En otras palabras, en la mejora de prácticamente todas las funciones cerebrales.

Estos estudios se repitieron en otros centros de todo el mundo y constituyen la base científica de «El Sistema», creado en 1975 por José Abreu en Venezuela y ahora extendido por todo el mundo. En Canadá, en la educación de niños de zonas socioeconómicamente desfavorecidas, estos niños, en menos de un año, pueden alcanzar los mismos niveles de actividad mental que los de otras zonas más favorecidas.

Toda esta evidencia, sumada al papel protector del arte en adultos, y en particular en las personas mayores, es una sólida señal de que cualquier tipo de educación o disciplina que se ejerza bajo la influencia del arte es más exitosa.

Basándome en todos estos argumentos científicamente contundentes sobre el potente papel activador de cualquier forma de arte en el desarrollo cerebral y mental, creo que el mensaje para nuestros educadores de todos los niveles es claro: para mejorar el aprendizaje diario en nuestras escuelas, y en particular en el aspecto conductual de los niños, tanto en la escuela como a lo largo de sus vidas, debemos promover que todas las escuelas sean escuelas de arte.

 

Publicado originalmente en BeachMetro Community News. 
LUIS FORNAZZARI
LUIS FORNAZZARI
Luis Fornazzari MD FRCPC - Behavioral Neurology St. Michael's Hospital - University of Toronto. El Dr. Luis Fornazzari ha sido, a lo largo de casi 5 décadas uno de los principales referentes de la comunidad hispanohablante de Toronto, y una voz de vital importancia en todo lo relacionado con la salud mental, el bienestar, y los derechos de los adultos mayores.