Ana Tixou es una voz franco-chilena en la revueta, una feminista activa e incansable, una latinoamericana con “cara de nana”… y para ella la nueva normalidad es un estallido. Aquí, nos habla de la pandemia, el racismo, la apropiación cultural, el feminismo y el momento que vive su país. .
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Fragmentos de una extensa entrevista con Nacy Garín para Página 12
En tu experiencia como artistas y también como persona que habita territorios donde el racismo funciona cotidianamente, ¿cómo se refleja en tu trabajo?
Yo lo he vivido en carne propia. Lo he vivido casi más en Chile que en Francia por ejemplo. Me tocó hace un par de años: fuí tema nacional porque se me dijo que era “cara de nana”, cara de trabajadora doméstica, cosa en la que también vi claramente el tema de la lucha de clases operando en todo este discurso.
Es interesante ver el cuerpo politizado en ese sentido. Entonces me siento muy en un punto medio, porque por otra parte en comparación con otras compañeras acá en Europa, yo sí tengo papeles. Entonces yo soy privilegiada, porque yo no tengo problemas respecto a la Visa o tener que ir a Extranjería. Pero casi todas mis amigas acá, la están pasando mal con todo esto. Soportando colas o esperando tener cita previa, con documentos que se vencen y que no pueden renovar, sin garantías para sus derechos.
Y es una realidad. Una cosa es que yo tenga una situación de privilegio y otra que yo no quiera ver la situación real.
Creo que es súper interesante lo que se está planteando en términos de lo latinoamericano acá en España. Pero llevo tan poco tiempo acá y con el confinamiento todas las articulaciones políticas que hay y en las cuales puedo sumarme no son posibles ahora. Es extraño articularse políticamente en estos tiempos. Pero veo lo que pasa por ejemplo con los Top Manta, lo que pasa con las compas feministas afro acá. El cuestionamiento respecto de la usurpación de la música o de los peinados es super interesante. Y hay momentos donde me siento en un lugar entre dentro y fuera.
En mi trabajo claro que lo siento, lo veo y también me da mucho pudor porque me da miedo ser como una postal folclórica. Como cuando te ponen en un festival porque igual hay que tener a la india, sudaka y mujer. Y salta la duda. ¿seré postal? ¿seré la cuota?
Y en mi trabajo claro que lo siento, lo veo y también me da mucho pudor porque me da miedo ser como una postal folclórica. Como cuando te ponen en un festival porque igual hay que tener a la india, sudaka y mujer. Y salta la duda. ¿seré postal? ¿seré la cuota?
Pero ese es el punto, cuestionarlo.
A mi me da más miedo la gente que no se cuestiona su propio privilegio y no ve cual es su posición en todo esto.
En momentos donde estamos viendo tanta construcción de fronteras, el muro de México con EE.UU, de México con Centroamérica, en Europa con África; nunca hubo tanto compañero y compañera muerta en el Mediterraneo, compañeros y compañeros afrodescendientes.
Y nunca en la historia de la música hubo tanto blanco queriendo parecer ser negro. Apropiándose de su música, de sus cuerpos, de su estética. Nunca hubo tanto botox, nunca hubo tanto pelo falso para parecerlo. Es de un nivel de contradicción y apropiación. Onda, no quiero tener tu color de piel, pero quiero tener toda la onda tuya, pero sin ti. Nunca ha habido tanto racismo a lo Latinoamericano y sudaka en el mundo y nunca hubo tanto músico, queriendo sus ritmos y hasta hablando como si fueran caribeños. Nunca la música latina y afro ha estado tan de moda en el mundo como ahora.Y claro, ahí yo estoy siempre atenta y vivo mis propias contradicciones.
Hay que cortar con el exotismo en todo esto. Una cosa es que yo me solidarice con luchas y otra cosa es que usurpe. Y es allí donde siempre estoy yo misma diciéndome y cuestionando donde esta el límite. Hay una línea muy delgada entre usar un movimiento político y social a tu favor, otra cosa es apoyar o ser un acompañante histórico de un proceso.
La Nueva Normalidad.
Ya con un año de avanzado desde el estallido, con una situación como la pandemia del COVID 19 que ha posibilitado a los estados una gestión política regresiva de parte de los estados y el discurso muy instalado de una llamada “Nueva Normalidad” ,que crees que pueda ocurrir después del plebiscito. ¿Cómo ves la situación post plebiscito?
La Nueva normalidad es un Estallido permanente.Y capaz que me equivoque pero me da la impresión que la nueva normalidad tiene olor a lacrimógena. Se instaló como un aire espeso. Y parece que esa es la nueva normalidad en Chile.
Es tal la violencia que la contrarrespuesta callejera es igual de álgida. Con lo cual no es comparable esa nueva normalidad que se da en Chile con España o con Francia, donde aún tienen seguro de cesantía de ayudas del estado. No tiene comparación.
Pero no voy a comparar porque las problemáticas son otras y creo que no es bueno comparar porque también hay singularidades. Lo que me da miedo es que tanto en Chile como en Francia, España, Estados Unidos y en el resto del mundo, la nueva normalidad es que los nuevos fascismos no tiene pudor alguno es mostrar todas la cara y todas sus caretas.
Es decir, pensaba en una imagen muy potente hace unos día en Francia donde en una marcha LGTB los nazis hicieron una contramarcha. En Madrid ayer, no sé cuando, los nazis marcharon también, o sea ahora parece es súper normal que los nazis marchen también bajo el paradigma de la libertad de expresión.
Yo creo que la nueva normalidad abre una fase en que los fascismos puedan decir y hacer lo que quieran. Puedan decir a destajo: Sí, yo odio a los árabes o los negros, odio al pobre, odio el flaite (marginal), odio a la miseria, odio a la otra clase y pareciera que fuera como una polarización mundial.
¿Cómo crees que será el después del Plebiscito en Chile este Domingo?
¿Qué se viene? Difícil decirlo. Porque esta rebelión tiene una profunda alegría, y creo que ninguna bala va a ser capaz de apagarla u opacar este clamor popular. Porque tenemos un cuerpo social popular al cual nos han tirado tantas balas que vamos a seguir de pie.
Lo que si me da miedo es que soltar esto es soltar muchas cosas. Pero lo que verdaderamente me da miedo, además de esta violencia militar y policial, es la socialdemocracia. Esta nueva mayoría que está negociando por abajo y lo han hecho desde el día uno entrado a la transición democrática y que hoy pretende volver a instalarse.
Y por eso, votar para el plebiscito sí, pero la pelea no puede quedarse allí. La lucha hay que seguirla en la calle, no hay que soltar la calle y hay que potenciar las organizaciones de todo tipo.
Será un trabajo de joyeria de todas las organizaciones y asambleas coordinadoras desde Arica a Punta Arenas.
Estamos en un momento álgido de pandemia racista y de crisis, todo movimiento que se levante contra esto, suma. Todo suma y es necesario.
Creo que este discurso de la Normalidad, que este discurso pandémico se puede contrarrestar con solidaridad y afecto. Para mí, va a ser con el nosotres, juntes, desde lo colectivo, desde los afectos, desde la calma. Porque creo que vienen tiempos muchísimos más duros de los que pensamos. Y como se viene algo tan duro, quiero estar calmada para poder tomar decisiones de la misma forma. No quiero permitirle a esta pandemia que se incruste en mis afectos, en la capacidad de solidaridad y de organización política.