Hemos inaugurado hace muy poco esta sección en la que ofrecemos un espacio en Diálogos para aquellos de nuestros lectores que, en un marco de respeto y reflexión, tienen una opinión diferente -o muy diferente- a la nuestra.
Esta vez, Rodolfo Molina, un referente de la comunidad salvadoreña de Toronto , a quien agradecemos, nos aporta su particular visión del proceso que vive su país. .
Que la publicación de su aporte coincida con nuestro análisis -negativo- de la presentación de Nayib Bukele en el Conservative Political Action Conference, no hace sino sumarle interés al intercambio y al disenso. De la confrontación de ideas surge la verdad (cuando la hay).
Vengan y vean
Mis queridos compatriotas y amigos, quiero compartir con ustedes esta reflexión, porque creo que, más que espectadores debemos ser de alguna manera actores de los acontecimientos extraordinarios que están sucediendo en nuestra patria salvadoreña; porque por más ciudadanías que tengamos, fuera de El Salvador somos extranjeros.
Recientemente tuve la bendición de viajar con mi familia a la patria que nos vio nacer y de esa maravillosa experiencia decidí escribir estas líneas salidas de mi alma para compartirlas con ustedes de corazón a corazón.
Como siempre me gusta recalcar: Las palabras se las lleva el viento, por eso las escribo y comienzo con este poema de Roque Dalton.
“El Salvador será”
“El Salvador será un lindo y (sin exagerar) serio país.
Cuando la clase obrera y el campesinado lo fertilicen, lo peinen, lo
talqueen, le curen la goma histórica, lo adecenten, lo reconstruyan y lo
echen a andar”.
Así dejó escrita en sus poemas nuestro inolvidable poeta y mártir Roque Dalton, su visión del futuro del pueblo salvadoreño al que amó al punto de ofrendar su vida.
Un país donde hoy florece la vida, en la risa de los niños, bien bañaditos y cantando felices en el camino a la escuela, con zapatos y uniformes limpios y en su mochila sus cuadernos y una computadora al día con la tecnología.
Además, con su vaso de leche y su “Chipuste de queso”, como decía Leonardo Heredia en sus predicciones sobre El país soñado. “¡es que es tan lindo El Salvador!!!”.
El rostro alegre del campesino, tempranito en la mañana con rumbo a su milpa que con su respectivo abono que el Estado les provee. Ya no son como las milpas de antes, hoy son lindos maizales con tamañas mazorcas que da gusto verlas.
Mis hermanos campesinos ya no trabajan de sol a sol como antes, hoy se van tempranito, pero a las once o doce ya vienen de regreso con su matate de elotes, a almorzar en la casa junto a su familia. Y si trabajan ajeno, exigen que les paguen al menos quince dólares al
día. ¿A caso eso no es justo? Lo mismo las mujeres, hoy exigen su igualdad de derechos.
Hoy tenemos lindos bosques tupido de monte, (antes le daban fuego) en donde ya pueden subsistir los animales salvajes como venados, coyotes, tepeizcuintes, monos y hasta jaguares y águilas.
Pero, sobre todo, lo más lindo hoy es que uno puede caminar por cualquier rincón del país, en completa paz y seguridad; hoy se puede ver la felicidad en los rostros de la gente humilde de mi pueblo. Yo fui jornalero y obrero de las fábricas y la construcción, supe lo que era salir a las cinco de la mañana y regresar a las 7 de la noche, mal pagados y maltratados.
Es muy importante que nuestro pueblo no olvide, que lo que estamos disfrutando hoy como pueblo, tiene su antecédete histórico en las grandes luchas, huelgas y masacres sufridas por la clase obrera y campesina de nuestro país. Son ellos los que como predijo Roque Dalton: “…lo adecentan, lo reconstruyen, y lo echan andar”.
Allí están los nombres de obreros y campesinos que resaltan en la historia y las luchas de nuestro pueblo salvadoreño: nadie puede negar el papel de Roque Dalton en los orígenes de la revolución, tanto así que el Propio Nayib Bukele ha honrado su nombre con “el programa nacional de becas Roque Dalton”.
El humilde panadero Salvador Cayetano Carpio y su esposa Tulia Alvarenga fundadores de la primera organización político militar de reconocimiento internacional por su programa visionario de justicia social; el empresario Enrique Alvares Córdoba junto a los obreros
Juan Chacón, Manuel Franco, Humberto Mendoza y Enrique Barrera, vilmente asesinados por los salvajes escuadrones de la muerte de la década de los ochenta del siglo pasado. Y cómo olvidar el aporte de los más de veinte y cinco sacerdotes mártires de nuestra iglesia
católica sin contar los miles de catequistas y agentes pastorales, con San Oscar Arnulfo Romero entre los grades de nuestra historia.
Nuestra historia se compara a la de los hebreos en busca de la tierra prometida. En una de mis peregrinaciones me tocó caminar acompañado de una mujer egipcia, y mientras caminábamos le pregunté qué tan lejos es la distancia entre Egipto y Palestina, ella
me dijo: “Es algo así como lo que nosotros caminamos en seis días, unos 120 o 130 Kilómetros”. Y por qué entonces ellos tardaron cuarenta años para llegar a la tierra prometida, le pregunté. Su respuesta fue tajante, “Por estúpidos, Dios los mantuvo dando vueltas en el mismo lugar”. ¿Cuál era entonces el propósito de Dios al mantener a ese pueblo dando vueltas por cuarenta años? “Dios no quería que esageneración maleada de idolatras entrase a la tierra prometida. Esperó el surgimiento surgir una nueva generación, por eso según la historia solo dos hombres de la vieja generación entraron a Palestina. Moisés el gran líder no entró y murió antes”.
En nuestro caso, era necesario que esa generación de lideres y partidos corruptos y asesinos despareciera, para dar paso a esta nueva generación de jóvenes capaces de conducir a nuestra patria hacia la verdadera liberación; es paradójico que de esa vieja y rancia generación corrompida, solo dos personajes han sido dignos de entrar en este nuevo proceso histórico, al menos es mi opinión, me refiero a la legendaria María Chichilco y Dagoberto Gutiérrez.
Ya lo decía la legendaria Tulia Alvarenga y lo recalca María Chichilo, también legendaria líder sobreviviente de la guerra: “Tiene que surgir una nueva generación”.
Pues ésta es la generación que tanto esperábamos por más de cuarenta años, y que ha demostrado la capacidad de llevar adelante el verdadero proyecto revolucionario en nuestro pueblo salvadoreño y que además ha despertado una nueva mentalidad generalizada en toda la población que ya no permitimos que nos manipulen, nos intimiden ni nos engañen como era lo típico de la cínica clase dominante de siempre.
Pero el mundo debe saber que detrás de esa nueva juventud que nos gobierna hoy con tanto éxito, está toda la nación, ya que respaldamos y apoyamos este proceso de transformación de nuestra patria.
Por supuesto que la mayoría nos identificamos con la afirmación cristiana de Bukele: “Esta es obra de Dios y a él le debemos la honra y la gloria”. Nuestro Dios ha escuchado el clamor de su pueblo y ha bajado para liberarlo. Allí tenemos la voz histórica del profeta Oscar Arnulfo Romero: “En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos”. Sin lugar a dudas, esta es la respuesta de Dios ante los lamentos de su pueblo.
Dice el Papa Francisco que “Dios siempre nos sorprende”, y en los documentos del concilio vaticano II, se dice que: “Dios tiene medios desconocidos por los hombres para salva a los hombres”. Esta ha sido la sorpresa del siglo, no solo para los salvadoreños, sino para el mundo: que un gran empresario descendiente de Palestina, junto a todo un equipo de jóvenes valientes he inteligentes de pura sangre salvadoreña, han sido capases de transformar a un país conocido mundialmente por la corrupción, crimen y el atraso
económico y cultural, en una patria ejemplar en cuanto a justicia y seguridad integral se refiere.
Con esta reflexión quiero afirmar que lo que está sucediendo en nuestro país no es fruto de la casualidad o cosas del destino; es el fruto del sudor y la sangre de miles de compatriotas nuestros y la respuesta del Dios de la vida, el Dios “Yave”, que ha escuchado, oído y ha bajado para liberarlo” Éxodo 3,8-9.
En una ocasión dos hermanos querían saber dónde vivía Jesús el Maestro y al encontrarlo le preguntaron: “Maestro donde vives? Y Jesús les contesto: “Vengan y vean”.
Me despido con una invitación a mis compatriotas dispersos por el mundo, que por alguna razón no han podido visitar El Salvador recientemente, Yo les digo: vengan y vean.
Rodolfo M. 12 de febrero, 2024.