Ecuador: pequeña bomba de tiempo en las manos temblorosas de un banquero

Si a fines de 2021, apenas 7 meses después de iniciado su gobierno, Guillermo Lasso aparecía ya cómodamente instalado en un tobogán que presagiaba futuros desastres, el resultado de las elecciones regionales del 5 de febrero y del referendum con el que el vapuleado presidente intentó reflotar su imagen, resultaron ser la confirmación de una tendencia. .

Los primeros pasos del fracaso

Si miramos hacia atrás, ya en el proceso electoral que determinó su triunfo en segunda vuelta estaban, si bien soterradas, las semillas de lo que pronto se haría evidente.
En una nota de Diálogos del mes de febrero de 2021, Geografía y población en el mapa de un Ecuador impredecible https://dialogos.online/2021/02/10/geografia-y-elecciones-ecuador/, analizábamos las cifras de la primera vuelta electoral, las superponíamos a las 3 zonas geográficas y socioeconómicas del país, y llegábamos a una conclusión obvia: si bien Guillermo Lasso era el candidato mejor ubicado para alzarse con el triunfo en segunda vuelta, su gobierno sería frágil e inestable y no le aportaría a Ecuador más que desasosiegos y nuevas frustraciones.
En algo nos equivocamos, porque a pesar de haber comenzado su gobierno en plena pandemia, el contraste entre las primeras medidas por él adoptadas y la negligencia y parsimonia criminal de su antecesor (un Lenin Moreno del que ya nadie se acuerda), auguró una buena gestión. Lasso optó por el pragmatismo y aprovechó todas las posibilidades que la oferta mundial de vacunas ponía a su disposición, fuera de condicionalidades comerciales y geopolíticas. Activó acuerdos con China, con lo que pudo cumplir con el ofrecimiento de vacunar a nueve millones de ecuatorianos en 100 días y promovió la activa y efectiva participación de todos los estamentos de la sociedad –universidades, empresas privadas, organizaciones sociales– para que eso se hiciera realidad.
Aquel éxito del proceso de vacunación y la apertura hacia la sociedad civil se reflejó pronto en una alta aceptación en las encuestas y un positivo ánimo social. Sin embargo, tras ese inicio auspicioso, se produjeron una serie de acontecimientos que desnudaron no sólo los límites de la gestión (Lasso había obtenido menos del 20% de la votación total y había triunfado sólo en una de las 23 provincias continentales), sino que pusieron en evidencia una marcada  insensibilidad para con la problemática social del país. Y frente a ese panorama desalentador y enervante, su aparición protagónica y escandalosa en los Pandora Papers fue apenas un detalle.
Sobre el final de aquel año, con menos de seis meses en el poder, el banquero devenido gobernante sufría ya un desgaste importante, reflejado en una brusca caída en la aprobación en las encuestas, la paulatina activación de la movilización social, el clima de confrontación con el Poder Legislativo, y una posición defensiva frente a las investigaciones sobre los paraísos fiscales. El tobogán político se había encargado, en tiempo récord, de poner en cuestión la permanencia, el programa y la gobernabilidad del promocionado «gobierno del encuentro». Pero además, y esto no es menor, uno de sus aliados había dejado de serlo.
Pachakutik una alianza electoral ligada a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) enfrentada a Rafael Correa desde 2009, que había quedado en 2021 como segunda fuerza parlamentaria y cuyo candidato de entonces, Yaku Pérez Guartambel, había resultado instrumental (de alguna forma hay que expresarlo) al triunfo de Lasso, fue tomando distancia del circunstancial aliado y pronto asumió una actitud frontalmente opositora, al punto de haber sido protagonista fundamental del Paro Nacional de junio de 2022 y del posterior intento de destitución presidencial que finalmente no obtuvo en el parlamento los votos suficientes.
De todas formas y aunque Lasso haya permanecido en el poder hasta hoy, a partir de aquellos hechos su buque se mantiene trabajosamente a flote y el 5 de febrero recibió un disparo (seguramente merecido) bajo su línea de flotación.

Socios y amigos en el tobogán del descrédito

Ecuador esta vez concurrió a las urnas para renovar gobiernos locales, parroquiales, municipales y provinciales. También se eligieron siete integrantes del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (un «quinto poder», encargado de designar, mediante concursos de méritos, a los titulares de los organismos de control del Estado). Pero además el gobierno de Lasso, necesitado de mostrar que no ha perdido el apoyo de la ciudadanía, esta vez le sumó a la consulta electoral un referendum acerca de ocho iniciativas en temas como inseguridad, reforma política, y protección ambiental.

La consulta popular fue, de acuerdo a casi todos los analistas, una puesta en escena en la que el gobierno se victimizó e intentó demostrar que su falta de efectividad se debía a la incomprensión y la mala voluntad de la mayoría opositora en la Asamblea Nacional. Para ello diseñó 8 preguntas que por su demagogia y por su vaguedad corrían poco riesgo de ser rechazadas. Las medidas propuestas iban desde permitir la extradición de narcotraficantes hasta reducir el número de parlamentarios y quitarle todas las atribuciones significativas al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y ocn su aprobación, algo que desde el principio se dio por descontado, el gobierno de Lasso conseguiría mostrar apoyo popular y debilitar a la oposición.

Durante la campaña, las encuestas habían adelantado una clara ventaja del «sí», e incluso un sondeo a boca de urna contratado por un medio de comunicación el mismo día de la consulta aseguró, antes de finalizada la votación, que ya se habían alcanzado los porcentajes necesarios para una clara victoria del el gobierno. Sin embargo, en un vuelco inesperado para quienes pensaban que la ciudadanía se vería influenciada por los resultados de las encuestas, la victoria del «no» fue categórica en cada una de las 8 preguntas.

La dimensión del rechazo a la gestión y la desconfianza en las intenciones de Lasso fue abrumadora. Porque además, las elecciones locales ratificaron y potenciaron el veredicto del referéndum. El Movimiento Creando Oportunidades del presidente Lasso, perdió la única prefectura provincial que tenía y no ganó ninguna otra; de los tres alcaldes municipales de capitales provinciales que había conquistado hace dos años, sólo retuvo 1, y hasta el momento conserva sólo un tercio de las ya pocas alcaldías que controlaba.

Junto al monumental descalabro del gobierno, también resultaron ampliamente perdedores el Partido Social Cristiano (PSC), representante de la derecha empresarial, que debió renunciar a sus bastiones de Guayaquil y Guayas, donde había ganado por 30 años ininterrumpidos, y la Izquierda Democrática (ID), un partido social-liberal que emergió como gran sorpresa en las elecciones presidenciales de 2021, sólo consiguió una exigua media docena de alcaldías.

Triunfadores ¿al borde del entendimiento?

Hubo dos grandes sujetos políticos que se adjudicaron el triunfo en las elecciones locales. El lugar destacado le corresponde al «prófugo de la justicia» Rafael Correa y a su partido Revolución Ciudadana. Los partidarios y aliados de quien ha sufrido una de las operaciones de Lawfare más duras de los últimos años, obtuvieron ocho prefecturas provinciales sobre 23, pero entre ellas están las más grandes, pobladas y prósperas (Pichincha, Azuay, Manabí y Guayas). Se alzaron además con las alcaldías de Quito y Guayaquil (las dos principales ciudades del país), y las de otras tres capitales provinciales.

El segundo ganador es el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, que ganó siete prefecturas, dos más que las obtenidas en 2019. Se trata, en este caso, de prefecturas más pequeñas, de provincias marginalizadas, con importante presencia indígena, salvo la de Tungurahua, en la Sierra central, una provincia más grande y dinámica, donde también ganó por primera vez la alcaldía de Ambato, su capital, una mujer indígena.

Dados esos resultados que implican que el actual Ejecutivo deberá cogobernar las regiones más importantes del país con quienes expresan y han expresado por él el mayor rechazo, y si excluimos la eventualidad de que Guillermo Lasso no concluya su mandato (algo perfectamente posible pero quizás no deseable), para 2025 se puede augurar que Revolución Ciudadana obtendrá una cómoda mayoría en primera vuelta… y que su triunfo en la segunda dependerá del tipo de acuerdos a los que pueda llegar con un movimiento indígena que no sin razones válidas, se alejó de su líder hace ya casi dos décadas.

El tiempo dirá si estos dos grandes nucleamientos políticos que se ven a si mismos como parte de una sensiblidad común de izquierda, son capaces o no de alcanzar un entendimiento programático y electoral que los lleve juntos a un triunfo, pero por ahora, en ese Ecuador pleno de posibilidades, el banquero de las promesas incumplidas y el pasado poco transparente, sigue teniendo la pequeña bomba de tiempo en sus manos.

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