En mayo de 1990, por razones de trabajo, tuve la oportunidad de visitar Ucrania, una de las repúblicas de la entonces Unión Soviética (1). Aquel viaje me llevó por dos semanas a Kiev y Lvov, acompañado por otro ingeniero de la firma en que trabajaba. En Kiev, tuve la suerte de hospedarme en el Hotel Ukraina ubicado en el Boulevard Shevchenko, muy próximo al monumento de Lenin. .
En ese entonces el Hotel Ukraina no era un hotel para extranjeros sino más bien para pasajeros de la Unión Soviética. Creo que me di cuenta de eso al leer en el primer párrafo del folleto del hotel: “El hotel está a pocos pasos del Teatro Dramático Ruso Lesya Ukraina, el Teatro de Ballet y Opera T.G. Shevchenko, el Museo de Arte Ruso, el Museo de Arte Occidental y Oriental, el Museo Shevchenko y…el centro comercial». Exactamente en ese orden.
Es posible que el televisor de la habitación del hotel no fuera el último modelo para la época, pero en Kiev habían entonces más de 120 salas de cines, cerca de 100 salas de teatro, salas de conciertos y palacios de cultura, así como de cientos de bibliotecas, incluyendo la biblioteca pública de la URSS. Es decir, el panorama cultural de entonces en Ucrania era verdaderamente impresionante.
En aquellos días, además, estuve presente en el acto de conmemoración del trágico accidente de la planta nuclear de Chernóbyl (ocurrido en abril de 1986) que se realizó en la plaza frente a la antigua catedral de Santa Sofia. El acto fue realmente un servicio religioso por las víctimas del accidente que terminó con cantos corales, lectura de poemas y dos o tres discursos breves. Unos pequeños niños encendieron velas y los participantes alrededor de 300 personas se dispersaron tan pacíficamente como se habían congregado.
Nada. Nada que se hubiese presentado en los medios de comunicación de occidente pudo haber captado la humanidad de aquel acto en que un pueblo solidario expresaba su dolor por tan trágico accidente. Encontré entonces allí en Ucrania, calor humano, solidaridad, vida plena, como la que bullía a raudales durante la presentación a sala llena de una hermosa obra de teatro y una producción en ballet de Bolero de Ravel en el teatro T. G. Shevchenko, al que fuimos invitados.
Kiev era y es un importante centro ferroviario, con conexiones diarias a la mayoría de las ciudades de la entonces Unión Soviética y también a destinos internacionales. En la estación central de Kiev tomamos un tren nocturno a Lvov. Recuerdo que cada coche tenía una persona encargada de su cuidado y servicio. El compartimento, con amplio espacio para valijas, tenía dos camas impecables y una mesa al centro con un mantel bordado y un florero… con flores frescas. Muy pronto sirvieron té y a la mañana siguiente, desayuno.
En Lvov visitamos una planta de cemento que tenía una fuerza laboral de 1200 trabajadores, de los cuales 600 eran mujeres en cargos similares de los de sus compañeros de sexo opuesto. Una planta similar en Norteamérica probablemente funcionaba con 200 trabajadores, sin embargo, había aquí diferencias fundamentales. La planta de Lvov contaba con guardería para 300 niños (lo cual permitía igualdad de oportunidades para mujeres trabajadoras), un comedor para el personal que funcionaba 24 horas al día, un hospital-enfermería, y otros servicios. Es importante hacer notar que algunos países nórdicos tenían también servicios similares para trabajadores de complejos industriales. Nuestro viaje incluyó una visita similar a una planta de cemento en Dinamarca, cuya fuerza de trabajo era también 1200 trabajadores, con servicios muy similares a los que vimos en la Unión Soviética.
Así era la vida en Ucrania treinta años atrás como parte de la Unión Soviética. Esas fueron mis impresiones durante esa breve vista. ¿Cuál es situación ahora?
¿Qué ha cambiado?
Luego del colapso final de la Unión Soviética en 1991, la situación en Ucrania cambió brutalmente. La economía ucraniana fue tomada por asalto por oligarcas corruptos, la mayoría exgerentes industriales de la era soviética que tuvieron éxito a gran escala cuando se privatizaron las industrias. Su riqueza se basó en una fórmula tradicional y simple: convertir la energía barata y las materias primas del país, para convertirlos en productos manufacturados. Es importante señalar aquí que, a lo largo de décadas, Rusia proporcionó gas a muy bajo precio a Ucrania. Hoy en día, el 70 por ciento del gas que se consume en el país es importado (2).
Los seis ucranianos más ricos de hoy son todos magnates de la metalurgia (3). Dentro del contexto imperante de neoliberalismo y capitalismo salvaje en Ucrania, la riqueza se ha concentrado en unos pocos y la pobreza afecta a muy grandes sectores sociales. Por ejemplo, las pensiones promedio son de alrededor de 3,700 hryvnia (CD $158) por mes, pero el 65 por ciento de los pensionados reciben menos de 3,000 hryvnia (CD $128) por mes. Aproximadamente el 80 % de los pensionistas solteros en Ucrania viven por debajo del umbral oficial de pobreza. Esto es sin muchos de los servicios de salud y medicamentos gratuitos o de bajo costo que les eran suministrados en la época de la URSS.
Uno de los magnates de Ucrania, Rinat Akhmetov fundó Capital Management Group (SCM) en el año 2000, del cual es el único propietario. SCM es el mayor grupo financiero e industrial diversificado de Ucrania, estando también representado en 7 países de Europa y Norteamérica. En este grupo industrial hay más de 500 empresas que emplean a unas 200 mil personas. Las principales áreas de interés y actividades de SCM se centran en: industrias metalúrgicas, minería del carbón, generación de energía eléctrica, banca, seguros, telecomunicaciones y otras. Su fortuna personal se estima en 4800 millones de dólares de acuerdo con la última estimación de Forbes. (4) Otras estimaciones sin embargo ponen la fortuna personal de Akhmetov a cerca de 8000 millones de dólares (5). Es además dueño del club de fútbol Shajtar Donetsk y es el mayor accionista en la minería en la región de Donbass, al este de Ucrania ¿Suena familiar?
El asalto a la economía en Ucrania contó desde luego con el apoyo irrestricto de occidente, con inversiones importantes en las industrias que fueron rápidamente privatizadas después de la caída de la URSS. Es importante señalar que el afán expansionista de occidente hacia Europa y el oriente, se manifestó desde mucho antes, muy poco después del final de la segunda guerra mundial, empezando por la formación de la Organización para la Cooperación Económica Europea (OEEC) en 1948 y muy luego, en 1949, la Organización del Atlántico Norte (OTAN). La OEEC se formó “para administrar la ayuda estadounidense y canadiense en el marco del Plan Marshall” como se explicó entonces y la OTAN “para salvaguardar la libertad y la seguridad de los aliados por medios políticos y militares”.
En mi opinión estos organismos, fuertemente impulsados por los Estados Unidos no han sido sino enclaves internacionales para afianzar y expandir la esfera de influencia de Estados Unidos hacia Europa y los países que conformaban la fenecida Unión Soviética, incluyendo Rusia. El rápido y agresivo avance de la OTAN hacia el oriente, sobre todo después del colapso de la Unión Soviética, no puede explicarse de ninguna otra manera sino como claras intenciones de los Estados Unidos de afianzar su presencia en la región y desestabilizar economías regionales para extender su control allí.
En el año 2008, Ucrania solicitó comenzar un plan de acción para ingresar a la OTAN, y la alianza militar dio la bienvenida a la oferta de Ucrania, prometiendo que el país eventualmente se convertiría en miembro. En ese entonces Crimea y en especial el importante puerto de Sebastopol, estaban en Ucrania. Es importante mencionar aquí que Sebastopol desde su fundación en 1783, fue la base de la importante Flota del Mar Negro de Rusia. El presidente Putin expresó entonces que, si Ucrania hubiese entrado a la OTAN, esto “habría significado que la armada de la OTAN estaría allí mismo, en el importante puerto militar ruso de Sebastopol, y esto habría creado no sólo una amenaza ilusoria sino perfectamente real para todo el sur de Rusia”.
Los medios de comunicación y los gobiernos de occidente evitan citar estos antecedentes históricos. No les conviene a sus dueños. Los medios hablan por ejemplo de la “anexión” de Crimea a Rusia. No hay mención del hecho de que hubo un referéndum democrático sobre el Estatuto de Crimea celebrado el 16 de marzo de 2014 en la República de Crimea y el gobierno local de Sebastopol.
El foco principal de estos medios de comunicaciones de occidente es mostrar ahora sólo imágenes y reportajes que apunten a demonizar a Rusia. ¿Demonizar a Rusia? ¿Al pueblo ruso? Es importante traer aquí el argumento irrefutable de la historia el cual sitúa a Rusia en un nivel nunca igualado en defensa de la paz y estabilidad mundial. Baste señalar que sólo en la segunda Guerra Mundial, perdieron la vida 9.360.000 soldados y 23.139.600 civiles rusos (7). Mas de 32 millones de rusos dieron su vida para terminar con las ambiciones fascistas de Hitler de dominación y hegemonía mundial. Ningún otro país perdió tantas vidas en esta espantosa guerra. Ni cercanamente.
La terrible tragedia que vive hoy el pueblo de Ucrania es la consecuencia directa de afanes expansionistas y de dominación hegemónica que aún persisten en el mundo de hoy. Consecuencia también de las desenfrenadas ambiciones de oligarcas que han hecho uso vergonzoso de la economía y recursos naturales de los países en beneficio propio y no de las grandes mayorías, sin importarles el nefasto impacto de sus acciones en los manejos políticos que generan y los conflictos resultantes.
Canadá se ha hecho parte también de esta conflagración en contra de Rusia con el envío de miles de millones de dólares en armamentos, suministros bélicos y soldados canadienses en misiones de adiestramiento de soldados de Ucrania (8). No se ha visto ningún esfuerzo en favor de la paz en la región y ni siquiera acciones para el cese del fuego. Pienso que aún hay tiempo para que Canadá abandone su insistente colaboración con las maniobras bélicas de Estados Unidos y la OTAN. Enarbolando la bandera de la paz y la convivencia pacífica entre los pueblos. Abrazando así su legado histórico y tomando un rol de vanguardia en el mantenimiento de la paz mundial.
(1) Ireland, Tomás. “¿Colapso o resurgimiento?” Revista Jornada. No 44. Toronto, agosto de 1990
(2) Sutela, Pekka. “The underachiever: Ukraine economy since 1991”. Carnegie Endowment for Peace. https://carnegieendowment.org/2012/03/09/underachiever-ukraine-s-economy-since-1991-pub-47451
(3) Sutela, Pekka. Ibid.
(4) Forbes. Rinat Akhmetov .https://www.forbes.com/profile/rinat-akhmetov/?sh=147f774424fa
(5) Top-100 richest Ukrainians. Korrespondent’s Rating. Korrespondent (in Russian). Archived from the original on 9 November 2021. Retrieved 21 November 2021.
(6) Council on Foreign Relations. “The North Atlantic Treaty Organization” https://www.cfr.org/backgrounder/north-atlantic-treaty-organization-nato?gclid=Cj0KCQjw29CRBhCUARIsAOboZbJo1yEKdO5lBu_fk3l23YIAQ6ada6KJxRhrMEFwMiKf-bbsbDqBpqQaAmxzEALw_wcB
(7) Víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:V%C3%ADctimas_de_la_Segunda_Guerra_Mundial
(8) Ireland, Tomás. “Un país en guerra”. Diálogos. Septiembre 14, 2022
Tomás Ireland
Ingeniero y escritor