¿Hispanos o latinos? (1) ¿Te gusta que te nombren con palabras cercenadas?

Hemos escuchado a tanta gente preguntarse (o preguntarnos) si nos sentimos Hispanos o Latinos, y tantas veces nos habremos hecho nosotros mismos esa misma pregunta, que ya la respuesta parece tenernos sin cuidado. ¿Hay alguien a quien le importe realmente? .

Sin embargo, que retomemos una y otra vez el tema, sugiere que las respuestas nunca son del todo satisfactorias ni del todo concluyentes. . Se trata de palabras que nos generan una cierta incomodidad cuyo origen no siempre somos capaces de identificar. .

 

Por esa razón, en lugar de adoptar la que menos nos moleste -o aceptar la que veamos que más se usa a la hora de referirse a nosotros-, quizás deberíamos analizar su origen y algunas características que el acostumbramiento nos hace pasar por alto. Mencionemos al pasar cuatro de ellas.

1) Ambas palabras nos han llegado desde fuera y ese no es un tema menor.  La posibilidad de que un colectivo -que es además una minioría- tenga la posibilidad de auto-nombrarse para que lo que «es» no le sea adjudicado desde fuera, tiene mucho que ver con cómo se ve a si mismo, y con cómo desea ser visto y tratado. Pero a eso se añade otra circunstancia: tanto Hispanic como Latin o Latino estuvieron relacionadas, en sus orígenes, con un desafío que se les planteó a quienes organizaban las disitintas versiones del Censo de los EEUU: la necesidad de encasillar a un grupo heterogéneo de personas que no podían identificarse como blancos o como negros, pero que había que «racializar» de alguna forma.

2) El uso habitual de las palabras Hispano y Latino, pre-supone una cultura y una identidad única que simplifica y empobrece nuestra enorme diversidad. Se suele hablar de «herencia hispana» o «cultura latina», sobre la creencia -equivocada- de que casi todos nosotros tenemos un origen similar y hablamos una lengua común, pero aunque las lenguas vertebran las culturas, las culturas son construcciones sociales muchísimo más vastas, dinámicas, y complejas.

3) Tanto Latino como Hispano son términos que contienen, dentro de sí, una carga de esterotipos que no son obra de la casualidad sino que forman parte de construcciones históricas, culturales y políticas nacidas del despojo (pensemos por ejemplo en México, país al que se le arrebató la mitad de su territorio, o en Puerto Rico, transformado en colonia estadounidense) y que favorecieron luego la discriminación y el menosprecio (y a este aspecto nos referiremos con más detenimiento más adelante).

4) Pero además, y quizás ésta sea la característica menos inocente que «hispano» y «latino» comparten por igual, ambas son el resultado de que a las palabras que les han dado origen: Hispanoamérica» y Latinoamérica, se les haya cercenado algo fundamental. La «americanidad» como atributo que queda de ese modo reservado para otros.

Hispanos, latinos y… quiénes no lo son

Las palabras tienen un origen que no siempre coincide con lo que representan. Y nunca se usan «porque sí»; jamás son inocentes. Las palabras nombran realidades diferentes dependiendo del contexto en el que son utilizadas y, sobre todo, de quién y para qué las usa. Las palabras cargan consigo significados que muchas veces son manifiestos pero otras veces, sin estar ocultos, se naturalizan a tal punto que consiguen pasar frente a nosotros -y aún atravesarnos-, sin ser vistos. Y sin que duelan.

Para poder dejar rápidamente de lado las explicaciones que habitualmente se le encuentran a las palabras «hispano» y «latino», podríamos comenzar pregutándonos cosas obvias como:

Si fuera cierto que la palabra «hispano» está referida a quienes pertenecen a una cultura originada en Hispania o a quienes tienen sus orígenes en países en los que se habla la lengua hispana, ¿por qué a ningún español se le ocurriría definirse como hispano?

Y del mismo modo,  ¿Por qué si fuera cierto que la palabra «latino» está originada en que nuestro idioma deriva del latín, ningún italiano, rumano, o francés se reconocería a si mismo como «latino» y a nadie se le pasa por la cabeza llamarlos de ese modo?

Responder a esas preguntas parece relativamente sencillo pero nos introduce en nuevas complejidades. A los españoles no se los considera hispanos porque son europeos. A los franceses no se los considera latinos porque son europeos… Lo hispano y lo latino tiene más que ver con nuestros estatus coloniales y con nuestra capacidad de mestizaje, hibridación y sincretismo cultural y religioso, que con el idioma que hablamos… Sin embargo, si comenzáramos respondiendo esas preguntas esta nota sería demasiado breve y perderíamos de vista lo más interesante: ¿dónde y por qué se comenzaron a utilizar esas dos palabras?

Porque apenas nos hacemos la primera parte de esa pregunta ¿dónde se comenzaron a utilizar las palabras «hispano» o «latino» para nombrarnos? algo salta a la vista: en nuestros países nunca hemos sido ni hispanos ni latinos. Y cuando alguno de nosotros viaja por el mundo (sea nuestro destino Grecia, Marruecos, Siria o Indonesia), nadie parece preocupado por saber cuáles de esas dos palabras nos aplica mejor.

Las palabras y el contexto en el que nacen

En realidad-y lo sabemos bien aunque a veces lo olvidemos- en contextos distintos al de la América anglosajona, cuando no resulta suficiente decir que somos colombianos, venezolanos o costarricenses, decimos que somos Latinoamericanos. Y surgen entonces preguntas adicionales: ¿Por qué aquí (en los EEUU y en Canadá) no es así? ¿Qué podría tener un vocablo tan sencillo como «latinamerican» que dificultara o impidiera su uso?

Por la complejidad que asoma detrás de esas preguntas, para encontrar respuestas y para que nadie diga que el tema no nos preocupa, durante el mes de octubre daremos algunos rodeos que nos permitirán acercarnos al origen de esas dos extrañas palabras.

Para terminar esta entrega y ver con cuánta seriedad hay que aproximarse a estos temas, le pediremos ayuda a un personaje que alguna vez fue el paradigma de lo hispano y de sus anti-virtudes.

Para familiarizarnos con él veámoslo brevemente en acción. Y prestemos atención a cómo traspasa el muro que marca la frontera entre lo anglosajón y lo hispano, cómo se apropia de lo que no es suyo, cómo se burla de un guardia fronterizo demasiado permisivo, cómo se lleva el queso que produce una fábrica del norte para alimentar a un grupo de personajes desagradables, vagos, torpes y que para colmo fuman marihuana)…

En nuestra próxima nota le pediremos que nos hable de su mundo, de su época, de su vida y de sus creadores..