I’m ready for my close-up – Elizabeth Truss como caricatura y como realidad

«Lo que Liz Truss y Rushi Sunak tendrán que hacer para ser elegidos es apelar a los peores instintos de la humanidad», advertía un columnista de The Guardian hace ya algunos meses, y el caricaturista Martin Rowson presentaba hace pocos días a Liz Truss, segura sucesora de Boris Johnson a partir del 5 de septiembre, como una reencarnación aterradora de una de las escenas más patéticas e icónicas de la historia del cine. El UK se prepara para tener lo que quería. .

 

 

Sunset Boulevard, un film de 1950 dirigido por Billy Wilder y protagonizado por Gloria Swanson es posiblemente el mayor y más aclamado exponente de su género: el film-noir.

En la obra, que cosechó 5 Oscars el año de su estreno, la voz de un narrador ya fallecido, que flota boca abajo en las aguas de la piscina de una mansión en Beverly Hills, nos introduce en un mundo de vacío narcisista y codicia en el que se deja todo de lado a cambio de la fama, el poder, y el reconocimiento. En su escena final Norma Desmond, la actriz que se niega obstinadamente a admitir que su mundo ha cambiado, termina asesinando a su propio guionista, confunde el sentido de la presencia de quienes investigan el crimen creyendo que se arraciman a su alrededor para celebrarla, y pronuncia ante las cámaras (y ante nosotros) la frase que la hizo célebre: I’m ready for my close-up.

La asociación de ideas que llevó a Martin Rowson, quizás el analista político inglés más refinado y agudo, a presentarnos a Liz Truss como una nueva Gloria Swanson parece clara pero aún así sorprende y apabulla. Están en la caricatura y en la caricaturizada la soberbia y la decadencia, está la incapacidad manifiesta por aceptar la realidad trágica que le hace de fondo, está el placer morboso por mostrarse insensible y sólo preocupada por sí misma, y está la voluntad evidente de dejar atrás la pesadilla thatcheriana para situarse como personaje estelar de una distopía aún peor.

I’m ready to do that

En una de sus últimas apariciones públicas, el periodista John Pienaar de Times Radio  consulta a la segura triunfadora de la carrera hacia el 10 de Downing Street acerca de cuáles serían sus sentimientos si, como Primera Ministra, tuviera que decidir un ataque con armas nucleares, y le confiesa que si él se viera en esa situación, lo haría pero se sentiría muy mal. Liz Truss, en su respuesta, no se permite la más mínima emocionalidad y responde: «I think it’s an important duty of the prime minister and I’m ready to do that». Y ante la insistencia del entrevistador, que sin dudas ha notado que la respuesta muestra un flanco demasiado brutal de la entrevistada (que pudo haber dicho “lamentable obligación” o “terrible responsabilidad” pero ha elegido decir “importante deber”) ella, absolutamente conciente de su propia frialdad, repite: «I’m ready to do that.»

Y lo más angustiante no es lo impasible de sus palabras sino los aplausos y gritos de entusiasmo con los que el público las festeja, en una demostración de que eso es precisamente lo que busca.

Sin embargo no es la intención de esta nota ensayar un perfil de quien será, en pocos días más, la encargada de guiar los destinos de una isla a la deriva, porque de eso ya tendremos tiempo (si la nueva «Dama de Hierro», una entusiasta de los apocalipsis, nos lo da). De su negación del cambio climático y su desprecio por toda fuente de energía limpia, de su certeza de que gobernar es recortar impuestos y retirarle beneficios a quienes carezcan de lo imprescindible, de su insistencia en ver enemigos no sólo en donde los tiene sino también en sus sorprendidos vecinos europeos, ya oiremos hablar.

En la nota del experto estadounidense en cuestiones militares Anatol Leven que publicamos en esta misma edición: There’s a good chance Liz Truss’s Ukraine & China policy will be worse, se hace una semblanza de su entusiasmo desmedido por la guerra. Baste por ahora recordar lo que su compatriota George Monbiot había dicho hace alguna semanas en la nota de Democracy Now que mencionábamos al principio:

Anyway, yes, so, we’re talking about total morons. We now have a race between Liz Truss and Rishi Sunak to grab the helm of the Titanic as it starts going down — and in brackets, the Conservative Party. You could not have two less suitable people for high office of any kind at all, let alone to be prime minister of this country. But they are going to be chosen, not by the country as a whole, but by the members of the Conservative Party, who are about 200,000 people, mostly elderly, almost entirely white, mostly male, living in a very particular prosperous part of the country. And so, what these people have to do to become prime minister, really, is to appeal to the worst instincts of humanity, and that’s how they win. And both of them are very well equipped to do that. Liz Truss and Rishi Sunak basically are, in concentrated form, the worst instincts of humanity. And they would be utterly devastating. I mean, we’ve had a terrible prime minister, the worst prime minister ever, perhaps, in the form of Boris Johnson, and it looks like they will continue that glorious tradition. Basically, what the Conservative Party in this country has become, now that it’s been stripped of all moderating influences, is a channel for the demands of the most predatory and destructive forms of capital.

Los dados están echados. La vieja y decadente Inglaterra tendrá, porque así lo quiere, una nueva Primera Ministra que, con alguna razón y a diferencia de su antecesor, que siempre fue caricaturizado como un bufón, ya ha comenzado a ser presentada como siniestra y desapacible. El tiempo dirá.

HORACIO TEJERA
HORACIO TEJERA
Comunicador, activista por los derechos humanos,y el desarrollo sostenible, y diseñador gráfico - Editor de Diálogos.online