Los devaneos de Nancy Pelosi y la decadencia senil de la “American Strategy”

Mientras que las visitas anteriores de políticos estadounidenses a Taiwán parecían demostrar confianza y poder, la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y sus consecuencias posibles, muestran debilidad y  divisiones internas. .

Dos conocidos analistas estadounidenses abordan el tema del viaje a Taiwán de Nancy Pelosi en la revista especializada en temas militares y geopolíticos Responsible Statecraft, del Quincy Institute. Que Responsible Statecraft, sea una publicación vinculada con sectores del realismo político de tinte conservador, hace sus opiniones aún más reveladoras – Traducción: Latin@s en Toronto

Aún no se han determinado las verdaderas consecuencias de la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Taiwán, en contra del consejo de la Casa Blanca y la fuerte oposición de China.

Si bien Washington ha tratado de restar importancia a la visita de Pelosi presentándola como una mera continuación de la política estadounidense de ambigüedad estratégica, la respuesta china muestra mayor belicosidad en los últimos días. Sin embargo, en retrospectiva, la visita de Pelosi puede resultar menos importante por lo que atañe al status quo de Taiwán, que por lo que sugiere sobre las limitaciones de la estrategia global actual de Estados Unidos.

La administración Biden parece decidida a recabar el apoyo internacional y poner fin a la deriva estratégica de Estados Unidos al enmarcar una nueva contienda de “democracias contra autocracias”, que corre el riesgo de aumentar las tensiones globales a través de propuestas simbólicas que no aumentan significativamente el poder estadounidense.

El viaje de Pelosi -el primero de un presidente de la Cámara desde el viaje de Newt Gingrich a Taiwán en 1997- tuvo como objetivo, de acuerdo a sus palabras, realizar un “unequivocal statement that America stands with Taiwan, our democratic partner, as it defends itself and its freedom.” Sin embargo desde la perspectiva de los funcionarios chinos, lo que está en disputa no es la “democracia” de la isla, sino su soberanía nacional y su identidad histórica, que han sido violadas.

En 1997, una China mucho más débil a la de hoy se vio obligada a tolerar el viaje de Gingrich, pero ahora ven este nuevo episodio en apoyo las esperanzas de autonomía taiwanesa con mayor severidad. “Un error anterior no hace que el siguiente sea legítimo”, dijo Zhang Jun, embajador chino ante la ONU, que actualmente ocupa la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad. De manera similar, Qin Gang, embajador de China en EE. UU., le dijo a CNN que “hace 25 años, el presidente Gingrich visitó Taiwán. Estaba completamente equivocado. China se opuso firmemente desde el principio. Estados Unidos debería haber extraído una lección de aquel error, en lugar de repetirlo…”

Por lo tanto, en respuesta al viaje de Pelosi, el ejército chino realizó una serie de simulacros con fuego real en áreas que desafían directamente las costas de Taiwán, una práctica que simula el bloqueo real de la isla. China está imponiendo además una serie de nuevas restricciones comerciales a Taiwán, incluida la suspensión de las exportaciones de arena natural (un insumo básico en la industria de microchips, en la que el silicio es un elemento crítico -Nota del Traductor). Para evitar provocar más a China, el secretario de Defensa de EE. UU., Lloyd Austin, ordenó el retraso de un lanzamiento de prueba de rutina de un misil balístico intercontinental (ICBM) Minuteman III de la Fuerza Aérea, pero a pesar de la medida de Estados Unidos, la reacción china tiene implicaciones importantes.

Primero, su asertividad demuestra que China es ahora un competidor de pleno derecho de los Estados Unidos con la capacidad de tomar represalias en múltiples frentes. La economía china es más de 17 veces más grande que en 1997, cuando el PIB se situó en unos míseros 961,600 millones de dólares. Además, el gasto en defensa de China ha aumentado de 15,000 millones de dólares en 1997 a 230,000 millones de dólares en 2022. China también ha aumentado constantemente el tamaño de su arsenal nuclear, alcanzando las 350 ojivas en 2022. Todo esto significa que China puede actuar con más fuerza si sus intereses vitales están amenazados.

También vale la pena recordar que, desde la perspectiva de Beijing, esta visita no es solo una excursión simbólica de un representante estadounidense. Los chinos están convencidos de que todas las administraciones estadounidenses recientes se han movido deliberadamente para “contener” el ascenso de China en el escenario internacional. La visita de Pelosi refuerza esa perspectiva de la misma manera que la declaración pública de Biden de que Putin “tiene que irse” podría usarse para dar crédito a las acusaciones rusas de que la promoción de la democracia es simplemente un eufemismo para el cambio de régimen.

En segundo lugar, si bien la administración Biden está lejos de ser la única responsable de este aumento de las tensiones globales, también es cierto que el incremento de las tensiones es parte de una decisión política real y se produce en un momento en que Estados Unidos busca dejar en claro su estrategia y recuperar el control de la narrativa global. Según un informe reciente de The Economist, Estados Unidos corre el riesgo de perder su capacidad de argumentación acerca del futuro de las relaciones internacionales y la legitimidad de las instituciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial. A pesar de la inundación de escenas de horror de Ucrania, dos tercios de la población mundial vive en países que se han negado a sancionar a Rusia tras la invasión de Ucrania, y gran parte del mundo en desarrollo ve a Occidente como “decadente, egoísta e hipócrita”.

Además, Estados Unidos está profundamente dividido a nivel nacional, todavía recuperándose de las consecuencias del asalto a la capital del 6 de enero de 2020, y preparándose para unas reñidas elecciones de mediano plazo este mismo año, con una candidatura presidencial potencialmente desestabilizadora de Donald Trump en 2024. Enmarcar la política internacional como una contienda trascendental de “democracia versus autocracia” parece ser el intento de Biden de forjar un nuevo consenso político en el país y en el extranjero delimitando lo que está en juego y reduciendo múltiples conflictos a una sola línea argumentativa.

En algún nivel, la nueva estrategia tiene un claro potencial. Por ejemplo, el Pacto para la Prevención de la Invasión de Taiwán, presentado por el Senador Tim Scott (R-S.C.), es una de las pocas piezas de legislación que cuenta con el apoyo de republicanos y demócratas. Enfrentarse a China es ahora uno de los raros temas que une a demócratas y republicanos, una ventaja nada desdeñable. Además, un Estados Unidos que vuelve a comprometerse con sus obligaciones internacionales tiene más probabilidades de mantener sus estructuras de alianza en Europa, Medio Oriente y Asia.

Por otro lado, este marco de “democracia versus autocracia”, del cual la visita de Pelosi es solo un ejemplo, conlleva graves riesgos que no deben subestimarse. Sobre todo, no hace nada para aclarar las dudas acerca de la real capacidad de Estados Unidos para enfrentar los nuevos desafíos que presentan los estados que no aceptan su hegemonía. Por el contrario, podría aumentar la volatilidad global al amenazar los intereses estratégicos de esos estados rivales -como Rusia y China- en áreas y escenarios en donde poseen ciertas ventajas militares. Además, esa promoción enérgica de la democracia arriesga con colocar como antagonistas a los estados aliados, desde Arabia Saudita hasta Turquía, cuyo apoyo puede ser crucial en el futuro.

Finalmente, si China decide no escalar, la principal lección de la excursión de Nancy Pelosi a Taiwán puede ser que una secuencia de golpes de teatro bien publicitados no sustituye a una estrategia internacional sostenible.

Mientras que las visitas anteriores de políticos estadounidenses demostraban confianza y poder, la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, Pelosi, y sus consecuencias posibles muestran la debilidad y las divisiones internas de los estadounidenses. Es un intento de recuperar la narrativa y generar apoyo, intensificando un concurso de Democracias versus Autocracias cuando Estados Unidos está dividido a nivel nacional y lucha por encontrar su lugar en la arena internacional. Es una estrategia de alto riesgo para obtener ganancias meramente simbólicas.

En sus Discursos sobre Tito Livio, Maquiavelo advierte contra ofender a los adversarios sin propósito, y eso es lo que corremos el riesgo de estar haciendo aquí: insultar a una gran potencia sin ganancias tangibles.


 

Christopher M England received his PhD in political science from Johns Hopkins, previously taught at the University of South Florida, and continues to teach and write about politics. In addition to academic work, his journalism has been published by The National Interest, The Atlantic Council, The American Conservative, and many other outlets.

Sina Azodi is a Non-Resident Fellow at the Atlantic Council, and a PhD candidate in International Affairs at University of South Florida.

Publicada originalmente en: Responsible Statecraft – Traducción Latin@s en Toronto

CHRISTOPHER ENGLAND
CHRISTOPHER ENGLAND
Christopher M England received his PhD in political science from Johns Hopkins, previously taught at the University of South Florida, and continues to teach and write about politics. In addition to academic work, his journalism has been published by The National Interest, The Atlantic Council, The American Conservative, and many other outlets.