El teatro chileno en el exilio. Introducción a la obra de Tomás Ireland

Silenciando el teatro en Chile

Con el triunfo del Frente Popular y la elección del presidente Pedro Aguirre Cerda en 1938, la actividad teatral en Chile recibió un extraordinario impulso. El Teatro Experimental de la Universidad de Chile fue fundado en 1941. Dos años después, en 1943, surgió el Teatro de la Universidad Católica y, en 1945, se creó el Teatro de la Universidad de Concepción. . Además, a finales de la década de 1950, un grupo de estudiantes de la Universidad Técnica del Estado creó el Teatro Teknos de esa universidad1.

La fotografía de la portada de El Teatro Chileno en el Exilio corresponde a Oscar Castro, recientemente fallecido (abril 2021). La foto muestra una escena de su obra «El Exiliado Mateluna», de la cual, el premio Nobel de literatura y célebre escritor Gabriel García Márquez dijo que era «la obra más hermosa del exilio». En dicha foto, Oscar aparece con la chaqueta del General Rene Schneider, asesinado por un grupo de extrema derecha con el fin de impedir el acceso al poder del presidente Allende. La chaqueta se la había regalado el hijo del General Schneider, compañero de universidad de Oscar. Oscar Castro usó esta chaqueta en todas las presentaciones de esta obra como una denuncia a los crímenes de la dictadura en Chile.

Durante el gobierno del presidente Salvador Allende en Chile (1970-1973), grupos de teatro de diversas universidades recorrieron el país llevando representaciones a escuelas, teatros regionales y centros comunitarios. También lanzaron varias iniciativas para incrementar la actividad teatral a través de presentaciones y talleres dirigidos a sindicatos, organizaciones juveniles y asociaciones de vecinos, entre otros.

Cabe mencionar que el teatro universitario chileno, durante décadas antes del golpe militar, se había convertido en uno de los más importantes de América Latina.2

Durante la sangrienta dictadura militar de Augusto Pinochet, iniciada el 11 de septiembre de 1973, todas las universidades fueron intervenidas y sus actividades culturales suspendidas. Tal fue el caso de todos los grupos de teatro universitarios con excepción de los de la Universidad de Chile y la Universidad Católica. Aun así, bajo el régimen represivo de Pinochet, los grupos de teatro en estas universidades sufrieron serias limitaciones e inconvenientes, incluidas amenazas de muerte contra escritores, actores y directores, y la pérdida de colegas que fueron detenidos, asesinados o en el exilio. De hecho, miles de actores, actrices, escritores, músicos y dramaturgos fueron obligados al exilio por la junta militar que gobernó Chile durante casi 17 años3.

En esencia, el teatro chileno fue brutalmente desmantelado; Se cerraron las salas de teatro y la imposición de un toque de queda prácticamente puso fin a las presentaciones teatrales y la vida nocturna en general. Además, el gobierno militar promulgó en 1974 la Ley No. 827 que aplicaba un impuesto del 22% a todos los espectáculos culturales «con excepción de los que una comisión gubernamental juzgaba de valor cultural».4

Para el teatro nacional independiente, estos fueron tiempos muy difíciles. Luis Pradenas ha señalado que a pesar de las drásticas restricciones impuestas por la dictadura, la actividad teatral no comercial buscó tenazmente un espacio de supervivencia «insubordinado a la ‘versión oficial’ de la historia y la realidad nacional». Surgieron obras creativas colectivas que buscaban diferentes vías de protesta para revelar, aun cuando indirectamente, el drama de una sociedad bajo la dictadura.5

Como acertadamente señala Yael Zaliasnik, “… poco a poco el teatro de la época, a pesar de la persecución… la censura, la autocensura, los exiliados, fue negociando y utilizando los intersticios que dejó el poder gobernante, para convertirse en un espacio y una fuerza que podría leerse como de libertad y resistencia”.1

No obstante las constantes amenazas, se puede decir que, en estos tiempos oscuros, el teatro fue una de las formas más visibles de resistencia cultural a la dictadura, ya que la radio, la televisión, el cine y, en general, las redes mediáticas, estaban controladas por el gobierno de los militares y/o en manos de los grupos de poder de la derecha chilena.

Teatro durante la dictadura

Uno de los primeros signos de desafío a la dictadura lo presentó el Teatro Aleph en 1974 con el estreno de «Y al principio existía la vida», una obra de gran calidad basada en los textos de la Biblia, Don Quijote y El Principito, con música de Ángel Parra, quien tuvo que usar el seudónimo de Luis Cereceda porque acababa de ser liberado del campo de prisioneros de Chacabuco. Esta pieza, escrita y dirigida por el dramaturgo y director de teatro Oscar Castro, recreaba la situación del país bajo la dictadura utilizando metáforas y fuertes alegorías.

La reacción de la dictadura fue brutal. El director del grupo, Oscar Castro, y su hermana Marieta, también actriz del grupo, fueron hechos prisioneros, torturados y enviados a campos de prisioneros. La madre de Castro, María Julieta Ramírez y su cuñado Juan Rodrigo Mac Leod, también fueron hechos prisioneros y permanecen desaparecidos hasta el día de hoy.

«Creo que la conciencia de la vida se vuelve más intensa cuando te enfrentas a la muerte», dijo una vez Oscar Castro.2 Pero incluso mientras estuvo preso en los campos de prisioneros de Ritoque y Puchuncaví, trabajó incansablemente en presentaciones teatrales con compañeros de prisión.

En una de las primeras visitas a Chile en democracia con el grupo Aleph en 1990, Oscar Castro explicó:

“Con los presos presentábamos una obra de teatro todos los viernes en los comedores de la prisión y lo llamamos ‘Viernes Culturales’. E hicimos una pieza diferente cada viernes, porque la audiencia era la misma (risas). Hubo problemas con la censura, por lo que intentamos presentar obras de autores desconocidos. Uno de los autores que inventamos y que fue aceptado fue Emil Kahn, de quien dijimos era un escritor judío polaco residente en Argentina. Y no sabían que Emil Kahn venía de Melinka, que era el campo de concentración en donde estábamos”.3

En prisión, Castro escribió “Casimiro Peñafleta, preso político” y “Érase una vez un Rey”. Decía Castro “Casimiro Peñafleta”, era un monólogo escrito “para no volverse loco” cuando estaba solo en su celda. Todos sus compañeros de prisión habían aparecido en la lista de los que iban a ser liberados. «Solo en mi celda me preguntaba ¿por qué yo no salía?».1

Luchando desde el escenario teatral

Como se señaló anteriormente, después del sangriento golpe militar en Chile, miles de escritores, dramaturgos, actores, actrices, músicos y directores de teatro se vieron obligados a exiliarse, incluido el autor de este libro.

Una vez en el exilio, estos artistas chilenos llevaron su espíritu combativo al escenario teatral de los países y ciudades que les brindaron refugio. El teatro ofreció un lugar estratégico y efectivo para combatir y denunciar los crímenes del gobierno militar y las sistemáticas violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura de Augusto Pinochet.

Entre las producciones destacadas del exilio, es importante mencionar el trabajo de Oscar Castro con el Teatro Aleph en Francia; el trabajo de los hermanos Duvauchelle en Venezuela; el Teatro de la Resistencia de Gustavo Gac y Perla Valencia en Bogotá, Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador; el Teatro Sandino en Suecia,2 por mencionar algunos. Además, en 1981 Julio Fischtel, Rosa Castillo, Heine Mix y Pedro Vicuña lanzaron en España la Compañía Iberoamericana de Teatro, patrocinada por la Comunidad de Madrid. Este grupo de teatro funciona hasta nuestros días.3

Asimismo, en la ciudad de Rostock4 en la exrepública Democrática de Alemania, el Teatro Lautaro dio lugar a una importante actividad teatral. Entre 1974 y 1979 escenificó obras de Jorge Gajardo “El círculo de mimbre”, Carlos Cerda “La noche del soldado”, Omar Saavedra “Escenas contra la noche” y Víctor Carvajal “El ocaso del centauro”.5

En Suecia, Igor Cantillana, actor chileno, director de teatro y ex integrante del grupo Teknos de Chile, fundó el Teatro Sandino en Estocolmo, en 1979. Ese mismo año, este grupo presentó “El espantapájaro” de Jorge. Díaz, dirigida por Boris Kozlowski. Cantillana dirigió más de 60 obras en 33 años, y el grupo Sandino realizó giras en festivales en España, Nicaragua, Cuba, Uruguay, Argentina y Chile.6

Cabe mencionar también que reconocidos actores y actrices chilenos en el exilio como Bélgica Castro, Alejandro Sieveking, Sara Astica, Marcelo Gaete, Carmen Bunster, Marcia Maicco, Juan Katevas, Alonso Venegas, Rodrigo Durán, Patricio Arenas, Leonardo Perucci, Rosa Zúñiga, Víctor Rojas, Mario Álvarez, entre otros, participaron activamente en el teatro en Costa Rica.7

Además de su participación en producciones teatrales, algunos de ellos participaron en recitales de poesía en homenaje a escritores costarricenses durante la inauguración del Centro Cultural Costarricense Chileno. Asimismo, el grupo “Por Chile” de artistas en el exilio, organizó actos de solidaridad contra la violación de los derechos humanos en Chile, incluyendo una huelga de hambre en 1978.8

Jorge Díaz, el dramaturgo y actor chileno que introdujo el teatro del absurdo en Chile, escribió varias obras durante su exilio en España, entre ellas “En España de la guerra y el silencio”, y sobre los últimos días de Neruda, “Mata a tu prójimo como a ti mismo”, y “Oscuro vuelo compartido”,9 entre otras. También, en 1974, después del golpe de Estado en Chile, escribió “Mear contra el viento”, y en 1976, “Toda esta larga noche” donde denunció torturas y abusos a los derechos humanos en Chile. Cabe destacar que la reconocida actriz de cine, teatro y televisión, Eliana Vidal, también participó activamente en el teatro en España.

En Canadá, actores, músicos y escritores chilenos en el exilio, en su mayoría no profesionales, unieron fuerzas con otros amigos latinoamericanos y canadienses en importantes eventos y producciones teatrales. Esta actividad inicial les dio el incentivo y la fuerza necesarios para producir sus propias obras. Al igual que los chilenos en el exilio en otras partes del mundo, los dramaturgos chilenos en Canadá aprovecharon la oportunidad para continuar su lucha desde el escenario teatral.

Cabe destacar, por ejemplo, el excelente trabajo de Norma Vidal, en Edmonton, quien anteriormente estuvo con el grupo Teknos de la Universidad Técnica del Estado en Chile y se vio obligada al exilio tras el golpe militar de 1973.

Teatro El Volcán, encabezado por Miguel Retamal, ex activista del teatro obrero en Chile, realizó una importante obra teatral y jugó un papel clave en la divulgación en Canadá de la obra del dramaturgo chileno Juan Radrigán.10 También en Montreal, el grupo de teatro La Barraca produjo excelentes obras bajo la dirección de Enrique Sandoval.11

En Toronto, cabe destacar la espléndida obra de Mariló Núñez, una joven actriz y dramaturga, segunda generación de padres exiliados en Canadá. Asimismo, es importante destacar el trabajo del actor y músico Marcelo Puente, el trabajo del ingeniero Jorge Humaña, director y productor de teatro, y el trabajo del autor de este libro, también ingeniero, escritor, dramaturgo y ocasional actor aficionado.

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Este libro se divide en dos partes: La primera parte incluye el trabajo de actores, músicos y dramaturgos chilenos profesionales que fueron forzados al exilio por la dictadura militar en Chile. De ninguna manera es un relato completo de la valiente labor de estos artistas profesionales en el exilio, pero creo que este breve relato da una idea de su pasión y compromiso y de su valiosa contribución al panorama cultural de los países que les dieron refugio. Al mismo tiempo, muestra su firme determinación de denunciar las violaciones de derechos humanos en Chile y continuar su lucha contra la opresión dondequiera que se presente en el mundo.

De especial importancia es el trabajo de actores y personalidades del teatro chilenos en Costa Rica, Venezuela, Canadá, Estados Unidos, España, Francia y Alemania.

La segunda parte de este libro contiene trabajos de chilenos expatriados, principalmente no profesionales, que trabajaron junto con canadienses y otros exiliados latinoamericanos en producciones teatrales independientes. Nuevamente, de ninguna manera es un relato exhaustivo de su valiente trabajo teatral en el exilio, pero este breve relato proporciona una muestra notable de su compromiso con la justicia social y los derechos humanos.

Si bien otras comunidades chilenas en el exilio alrededor del mundo pueden haber mostrado un interés especial por el teatro, como forma de expresarse, por razones de experiencia personal, me he enfocado en esta sección principalmente en el trabajo de los chilenos en Canadá donde vivo con mi familia, con especial énfasis en Toronto, Montreal y Edmonton, ciudades donde los exiliados chilenos han producido obras teatrales muy creativas e innovadoras.

NOTAS:

1 Ireland, Tomás. Teatro Universitario. Ibíd.
2 Suárez, Carlos “El Teatro Chileno actual y las Universidades como sus principales Propulsoras”. Revista Interamericana de Bibliografía, vol.22, 1:18-29. 1972
3 Ireland. Tomás. Teatro Universitario. Ibíd.
4 Rojo, Grinor “Muerte y resurrección del teatro chileno 1973-1983.” Editorial Michay. 1985.
5 Pradenas, Luis “Teatro en Chile. Huellas y Trayectorias. Siglos XVI-XX.” LOM Ediciones Chile.2006
6 Zaliasnik, Yael. Re/posición? de ‘Tres Marías y una Rosa’: Tres Décadas para A/bordar la Resistencia” Universidad de Santiago de Chile. Revista Chilena de Literatura, No 77 (noviembre). 2010
7 Estrada, Daniela “Chile: Ex Political Prisoners in Therapeutic Theatre” in: Inter press Service News Agency. Santiago. Enero, 2009.
8 Caviedes, José. “La triste e increíble historia del general Peñaloza y el exiliado Mateluna”.
9 Imagen: Opinión. “Un grande del teatro”.
10 Estrada, Daniela. Ibíd.
11 Memoria chilena. Biblioteca Nacional. “Teatro chileno (1973-1990) en el exilio” .
12 Rojo, Grinor. Ibíd.
13 Rostock es una ciudad a lo largo del río Warnow en el norte de Alemania.
14 Rojo, Grinor. Ibíd.
15 Igor Cantillana. Linkedin.
16 V Jornadas del Exilio Iberoamericano, UNAM, México (2019): Ponencia “Artistas en el exilio: grupos de teatro chileno en Costa Rica, 1973-1988.”
17 V Jornadas del Exilio Iberoamericano. Ibíd.
18 Memoria Chilena. Ibíd.
19 Rojo, Grinor. Ibíd.
Juan Radrigán (1937-2016), prolífico dramaturgo, novelista y poeta fue galardonado con el Premio Nacional de Artes
Escénicas y Audiovisuales de Chile en 2011.
20 La presencia de chilenos en Quebec, 1973-2017


 

BREVE NOTA BIOGRAFICA

No estudié teatro. Soy un ingeniero metalúrgico, pero eso sÍ, apasionado por el teatro y la literatura. En esto, no estoy solo. Conozco a otros ingenieros chilenos que comparten mi afición por el teatro y que han escrito también obras de teatro. El dramaturgo chileno Egon Wolff, por ejemplo, ingeniero químico, fue uno de los principales representantes de la llamada generación de los años 50. Asimismo, una sección anterior de este libro cubre las producciones teatrales del
ingeniero mecánico Jorge Humaña.

Me gradué en 1962 de la Universidad Técnica del Estado y luego obtuve una maestría en ingeniería en la Universidad de California, Berkeley. Ocupé varios puestos directivos en la Universidad Técnica del Estado, entre ellos director de la Escuela de Ingeniería y Secretario general de esa universidad.

En junio de 1971, luego de la nacionalización del cobre por parte del presidente Salvador Allende, fui nombrado vicepresidente de la mina de cobre El Teniente, a
cargo de todas las operaciones de ese complejo minero.

A pesar del carácter técnico de mi carrera profesional, siempre he tenido un profundo
interés por el teatro y la escritura en general. En los últimos años, he publicado en Chile tres libros de memorias de la Universidad Técnica del Estado, el teatro universitario en Chile y la primera administración chilena de la mina El Teniente.

Mi labor artística también incluye seis obras de teatro, dos de ellas fueron presentadas en Chile por el grupo Teknos de la Universidad Técnica del Estado, del cual fui fundador, y tres fueron presentadas en Canadá con actores chilenos, latinoamericanos y canadienses.

TOMÁS IRELAND
TOMÁS IRELAND
Tomás Ireland es chileno, ingeniero, escritor y editor. Vive en Canadá, en donde ha desarrollado una intensa actividad cultural y social desde que llegara exiliado en 1974 tras el Golpe de Estado de Augusto Pinochet.