Mientras seguía el nombramiento de Elisa Loncón Antileo como presidenta de la convención que escribirá una nueva Constitución para Chile me corrían las lágrimas. Lágrimas de alivio, de orgullo, de emoción, de esperanzas.
Para el pueblo mapuche y todos los pueblos originarios del mundo es éste un hito histórico en una lucha de mas de 500 años. .
Maria-Pilar Reyes
Chilena, escritora, ecofeminista y activista en derechos humanos. Exiliada en Suecia desde 1975 . Forma parte de la mesa directiva de la sección sueca de la Liga Internacional de Mujeres por Paz y Libertad ( www.wilpf.org).
Para mí como chilena en el exilio, que siendo niña a los 6 años cruzaba un cerro a pie para llegar a la escuela, me formé en las luchas estudiantiles y los trabajos voluntarios durante el gobierno de Allende, y ahora ya soy abuela, el nombramiento de Elisa demuestra que nada está perdido. Que nunca lo estuvo.
Para quienes en el mundo entero se comprometen con la defensa de la tierra, el agua, los bosques, el respeto a nuestros ancestros y pueblos originarios, el derecho a educación, salud, vivienda dignas para todos, los que luchan cada día para que – como dijo Fidel Castro – “ningún niño tenga que irse a dormir con hambre”, para que nadie sufra violencia por ser mujer, por su etnia, su edad o su identidad sexual, para que ningún niño sea educado para ejercer violencia y como adulto se gane la vida ejerciéndola, el resultado el 15 de mayo 2021 de las elecciones de alcaldes y gobernadores y de las personas que escribirán una nueva Constitución para Chile, y el nombramiento de Elisa Loncón Antileo el 4 de julio 2021 como presidenta de la convención es un mensaje de que siempre vale la pena luchar.
En mis pensamientos vuelve a surgir la cancion de Fito Páez: “ quien dijo que todo está perdido, yo vengo ofrecer mi corazón –- tanta sangre que se llevó el río, yo vengo a a ofrecer mi corazón – Y uniré las puntas de un mismo lazo, ….”. El proceso que llevó a Elisa Loncón Antileo al puesto mas importante en el Chile de hoy empezó ya en el año 2001 con la primera huelga estudiantil post-dictadura y generó un movimiento que ha ido nutriéndose de las experiencias de lucha anti-dictadura y de todas las luchas por libertad, justicia y dignidad de nuestros pueblos desde la invasión española en 1536 hasta hoy.
La rebelión y resistencia contra la nueva colonización, llamada economía neoliberal, y sus efectos asesinos, ha ido creciendo y fortaleciéndose en Chile durante veinte años, aunando ecologistas, feministas, luchadoras y luchadores sociales, campesinas y campesinos, estudiantes, pensionadas y pensionados, pueblos originarios, pobladoras y pobladores, trabajadoras y trabajadores de la cultura, la salud, la enseñanza, la construcción, defensoras y defensores del derecho a la libertad sexual y muchas y muchos más hasta culminar en una fuerza popular que, a pesar de la violencia y la brutalidad desplegada por “las fuerzas del orden”, por medios pacíficos se ha tomado las grandes alamedas. Se ha tomado el poder.
Mis pensamientos vuelven a quienes dejaron su vida en la lucha por dignidad y derechos humanos para todos. Y a quienes desde el exilio, la clandestinidad, las calles, las ollas comunes, las escuelas, los barrios, comités, agrupaciones, sindicatos o donde sea que fuera nunca dejaron ni dejan de luchar.
Quisiera poner una flor ante el retrato de los que físicamente ya no están y decirles que se fueron demasiado pronto, que su compromiso y valentía ha dado frutos, que me gustaría tanto que ellas y ellos tambien vivieran este momento con nosotros. Por ejemplo Gladys Marín, Victor Jara, Pedro Lemebel, Ana González, Matias Catrileo, Macarena Valdés, Nicolasa Quintremán Kalpán, Abel Acuña, Nicole Bahamondes Saavedra, Marcelo Vega Cortés, Daniela Carrasco, José Huenante, Alejandro Castro y miles de heroínas y héroes anónimos, que son la mayoría.
Quisiera decirles a quienes siguen luchando a pesar de ser permanente afectados por la violencia politico-empresarial y sufren serias amenazas, por ejemplo Veronica Vilches defensora de los Derechos Humanos y Ambientales en Petorca, que desde distintos lugares del mundo estamos atentas y atentos y dispuestos a apoyarles.
Y a quienes hoy han encanecido, sin que se apague en sus corazones el fuego justiciero quisiera decirles “salud compañeras y compañeros. Salud!”.
Y ahora, a defender y proteger lo logrado.