Uno de los problemas de que te interese todo es que puedes perder la perspectiva de qué es central y qué es accesorio. Que todavía haya en nuestra época prácticas culturales antiquísimas, que han llegado hasta nosotres por vericuetos históricos inimaginables ¿importa? ¡Por supuesto!, sobre todo cuando un motivo de actualidad nos las recuerdan. .
Sole Zeta
Chica no binaria twitteando desde la clandestinidad. Escribo cosas. Filosofía y nerdaje.
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En general, cuando el pensamiento reaccionario se enfrenta contra la existencia de personas trans y no binarias, reacciona negándonos o tratándonos de locxs. En otras ocasiones, nos tratan como seres monstruosos. Ejemplos sobran. Basta con leer los comentarios de cualquier medio digital.
Voy a hacer un ejercicio intelectual: postulo que aún si no existimos, si nuestras identidades son solo una demencia colectiva, o algo monstruoso (lo que no creo en absoluto, por las dudas), aún así tenemos derechos, comenzando por el del reconocimiento. Porque al menos desde principios de siglo XX en la Argentina los monstruos (que no existen) son reconocides por la ley, mientras que las personas no binarias somos ignoradas absolutamente.
En 1907 la pareja de Enrique Brost y Apollonia Holmann, de origen ruso pero radicades en Coronel Pringles, tuvo a su séptimo hijo varón, José. A raíz de ese suceso, le enviaron una carta al presidente José Figueroa Alcorta pidiendo su padrinazgo, algo que en Rusia existía desde tiempos de Catalina la Grande. Según la tradición, el séptimo hijo varón de una familia tenía por destino ser lobizón, y la séptima hija mujer era bruja. La bendición zarista evitó que muchxs niñxs fueran abandonadxs por sus progenitores.
El Presidente accedió, y ahí se originó esta tradición nacional del padrinazgo presidencial: para evitar el terrible flagelo de la licantropía. Parece que fue una efectiva política social y permaneció como tradición durante casi 70 años. En 1974 fue consagrada en ley, que sigue en vigencia con modificaciones hasta nuestros días. Notoriamente, hoy aplica para cualquier séptimx hijx sin distinción de sexo/género.
Entonces, si nuestro país tiene previsiones legales para combatir monstruos que no existen como los hombres lobo, no veo qué motivo habría para negarnos el reconocimiento a les no binaries aún si fueramos monstruos y/o inexistentes. Hay precedente de ambos casos.
Ser tratada como un ser humano sería ideal, pero acepto empezar de a poco. Sería un avance recibir el mismo trato que un monstruo imaginario.