Apartheid sanitario, vacunas, pobreza y desigualdad. Winnie Byanyima apela a nuestra conciencia

Hace nueve meses, los líderes mundiales hacían cola para declarar cualquier vacuna Covid-19 como un bien público mundial.

Hoy, en lo que se refiere a las vacunas, somos testigos de un apartheid que solo sirve a los intereses de corporaciones farmacéuticas poderosas y rentables. Mientras, el costo para el resto de la humanidad, es que se nos impide acceder a la ruta más rápida y menos dañina para salir de esta crisis. .

Winnie Byanyima es Directora Ejecutiva de UNAids y subsecretaria general de la ONU

Traducción: Latin@s en Toronto

Es enfermante la noticia de que Sudáfrica, un país cuyo historial con el VIH debería habernos enseñado las horribles consecuencias que provocan las empresas farmacéuticas cuando se les permite protejer sus monopolios de medicamentos, ha tenido que pagar más del doble del precio pagado por la Unión Europea por muchas menos dosis de la vacuna AstraZeneca que las que realmente necesita.

Al igual que muchos otros países de ingresos bajos y medianos, Sudáfrica se enfrenta hoy a un panorama suministro de vacunas restringido en donde es el poder adquisitivo, no el sufrimiento, lo que asegura las pocas dosis disponibles.

Nueve de cada 10 personas que viven en los países más pobres están en riesgo de no ser vacunadas este año. Los retrasos en la producción ponen en duda incluso esta cifra. Precios injustificadamente altos bloquean el acceso y amenazan con empujar a más países a una crisis de deuda cada vez más profunda.

Si continuamos con el modelo de vacuna que tenemos, no lograremos controlar esta pandemia en los próximos años. Si no se cambia de rumbo, se perderán millones de vidas y medios de subsistencia en todo el mundo; se revertirá nuestro progreso en la lucha contra la pobreza; se verán afectadas las empresas, incluidas las representadas aquí, en el Foro Económico Mundial, esta semana; y estará seriamente amenazada la salud pública y la seguridad económica.

No se equivoquen, los costos de la desigualdad en el acceso a las vacunas no se limitarán a quienes viven en los países más pobres. Cuanto más tiempo se permita que el virus continúe en un contexto de inmunidad desigual, mayor será la posibilidad de que se produzcan mutaciones que podrían hacer que las vacunas que tenemos y las vacunas que algunas personas en los países ricos ya han recibido, sean menos efectivas o ineficaces.

Una investigación encargada por la Cámara de Comercio Internacional publicada esta semana predice que las demoras en el acceso a las vacunas en las naciones más pobres también le costarán a la economía global un estimado de 9 billones de dólares, y casi la mitad de ese costo se absorberá en países ricos como los EE. UU. Canadá, Alemania y Reino Unido.

No podemos rebobinar los últimos nueve meses ni el fracaso de los gobiernos en hacer efectivo su compromiso de hacer que las vacunas contra la Covid-19 sean bienes públicos globales. Pero podemos y debemos actuar ya; ahora, para cambiar la trayectoria catastrófica de esta pandemia.

La ciencia, el conocimiento y la tecnología que posibilitaron las vacunas, fueron pagados en gran parte con más de 100.000 millones de dólares del dinero de los contribuyentes y por esa razón no pueden ser tratados como propiedad privada de las corporaciones farmacéuticas.

Por el contrario, deben compartirse abiertamente, a través del Grupo de Acceso a la Tecnología Covid-19 de la Organización Mundial de la Salud, para que se puedan incorporar más fabricantes y poner en marcha un plan global para aumentar la producción de vacunas. Para despejar el camino, los gobiernos también deben respaldar urgentemente la propuesta presentada a la Organización Mundial del Comercio de renunciar temporalmente a los derechos de propiedad intelectual de las vacunas, tratamientos y pruebas de Covid-19 hasta que el mundo haya alcanzado la inmunidad colectiva que se necesita de manera crítica y esta pandemia esté bajo control.

Casi todas las empresas del planeta han visto afectadas y perjudicadas sus actividades normales como resultado de esta pandemia. Es imprescindible que las corporaciones farmacéuticas hagan ahora lo mismo.

Invito a los gobiernos y a los líderes empresariales a sumarse al creciente llamado a favor de una «vacuna para las personas» y trazar juntos un nuevo camino que pueda asegurar suficientes vacunas, pruebas y tratamientos para todos, en todas las naciones.

Winnie Byanyima es directora ejecutiva de UNAids y subsecretaria general de la ONU