En nuestra nota anterior hemos visto qué es un virus. En ésta, trataremos de comprender el mecanismo básico a través del cual un virus infecta a un organismo que tiene mecanismos de defensa frente a él. Y las distintas estrategias que podría adoptar para asegurar su propagación (que en última instancia es lo único que “le importa”.) y trataremos de hacerlo con cierto humor.
Un virus es un organismo cuya vida (si a eso se le puede llamar vida) es muy poco atractiva. En primer lugar, no es como una bacteria, un helecho o un elefante. No pude vivir más que muy poco tiempo si no está dentro de un determinado ser vivo y su único entretenimiento, su única finalidad, consiste en usar la maquinaria de replicación de ADN de su huséped, y usarla para multiplicarse a si mismo cuantas veces le sea posible. Al hacer eso su huésped resulta dañado, enferma, y ocasionalmente muere. Pero existe una alternativa para el organismo que ha sido invadido por un virus. Puede aumentar su temperatura para hacer la vida del virus imposible (a eso lo llamamos “tener fiebre”) o puede entrar en acción su sistema inmune, que generará lo que denominamos “anticuerpos”, es decir mecanismos de defensa que neutralizan y/o eliminan al virus.
Es en este punto que el drama del virus y el drama de su huésped se vuelven realmente interesantes.
Las dos posible estrategias de un virus
El virus tiene dos posibles estrategias que lo protejan de los anticuerpos que podría generar su huésped una vez que su sistema inmune lo ha detectado. Veamos cuáles son esas dos posibles estrategias y para hacer más vívido el relato, en lugar de huésped, que suena tan frío, digamos “nosotros”.Eso nos dará la exitación de sentirnos parte de este drama.
La primera opción que el virus tiene cuando nos ha infectado es ser rápido y efectivo. Quitarnos todo lo que necesita de la forma más rápida posible, antes de que nuestro sistema inmune lo detecte y replicarse millones y millones de veces en pocas horas o pocos días.
Será entonces un virus altamente letal, pero su propia capacidad de multiplicarse, dañar y matar jugará en su contra, ya que al terminar con nosotros habrá perdido un huésped y no habrá tenido tiempo ni oportunidades de contagiar a muchas otras personas.
Un virus altamente letal es un virus cuya propagación será lenta y estará restringida a áreas reducidas, una estrategia que, para un virus, no es la mejor. Puede llevarlo a una rápida desaparición o a que poca gente lo considere digno de atención.
La otra estrategia posible es maximizar las posibilidades de contagio reduciendo su virulencia. No matarnos , correr el riesgo de que nuestro sistema inmune lo detecte, lo neutralice y lo elimine, pero asegurar su propia viablidad.
Mientra todo eso sucede, nos habremos sentido mal, nuestra temperatura corporal habrá aumentado, pero dado que nuestra vida sigue con relativa normalidad, habremos contagiado a un número suficiente de personas como para asegurarle a nuestro virus, que su “estirpe” seguirá existiendo y propagándose con éxito.
Desde el punto de vista del virus (si los virus tuvieran un punto de vista), esta estrategia es menos dramática o cinematográfica, pero mucho más efectiva.
Para nosotros, mientras tanto, las estrategias defensivas más efectivas son (y esto es especialmente cierto para el caso de coronaviris H1N1:
En primer lugar, tratar de impedir que tome contacto con nosotros, mediante el uso de mascarillas, limpieza de manos frecuente y medidas de distanciamiento interpersonal). En especial mientra no existan elementos de prevención, como las vacunas.
En segundo lugar, tomar medidas de confinamiento cuando es necesario impedir que se produzcan picos de contagios que puedan llevar a la sobresaturación y el colapso de los sistemas de salud.
En tercer lugar, crear mecanismos capaces de generar anticuerpos específicos para el virus, en forma de antígenos que alivien sus síntomas o de vacunas que prevengan el contagio.
Y sobre todo, entender que todas las medidas anteriores no son medidas de protección individual sino de protección social y su éxito depende de cada uno de nosotros.