En un principio se trató de una noticia con un halo de rumor inconfirmable. Lo que al parecer estaba sucediendo era demasiado tremendo para ser cierto y no hay que creer irresponsablemente cualquier barbaridad que uno escucha.
Esas cosas, la esterilización de mujeres de las razas inferiores, fueron propias del nazismo en los años treinta, fueron prácticas de la corriente pseudocientífica llamada eugenesia, que tanta influencia tuvo en las polítcas sociales de EEUU y Canadá hasta los años 50 del siglo XX, pero ¿cómo podría eso estar sucediendo ahora y casi frente a nuestros ojos? Y a mujeres que son (africanas, latinas, inmigrantes, ilegales, pobres) en esencia, de nuestra misma carne?
Recomendamos la nota de Jerry Flores para The Conversation que republicamos en Diálogos: ICE detainees’ alleged hysterectomies recall a long history of forced sterilizations
La capacidad de asombro de muchos de nosotros se ha visto colmada durante los últimos años viendo como la meca del excepcionalismo y el progreso se resquebraja y todos hemos escuchado y sabido cosas horribles de eso tan escalofriante llamado ICE (confinamientos sin juicio, personas hacinadas en plena pandemia, enfermos sin atención médica, niños enjaulados) pero lo que se conoce ahora ha traspasado todos los límites del racismo más abyecto. Porque no tiene detrás ninguna justificación burocrática, ninguna razón de fuerza mayor, ninguna excusa absurda. Sólo destila odio, deprecio y la voluntad sucia de eliminar no ya lo que es, sino lo que podría ser.
Hoy ya se conocen los nombres de la denunciante, los nombres de quienes practicaban las histeroctomías de mujeres inmigrantes y los nombres de varias de sus víctimas. Y se comienzan a conocer los lugares y momentos en que se realizaban las intervencions tendientes a eliminar la posibilidad de que esas mujeres puedan en algún momento de su vida futura, reproducirse. Toda la prensa se hizo eco de lo que estaba sucediendo y hasta se conformó una comisión del Congreso para analizar la situación. Es decir que es cierto.
Y no sólo es indignante y deberá ser sancionado en su momento como lo que es, genocidio practicado a escala casi doméstica pero genocidio al fin, sino que incluso sorprende y alecciona el cuidadoso lenguaje que parte de la prensa utiliza para denunciarlo.
Porque aún en la prensa que denuncia lo que está sucediendo, es posible encontrar giros del lenguaje y eufemismos que contribuyen a suavizar, quizás involuntariamente, el horror.
Por tomar sólo un ejemplo, en nota de The Guardian del 21 de septiembre leemos: A report claims women in immigration centers are being given unnecessary procedures that can leave them unable to conceive.
El uso de la vos pasiva “are being given” coloca en las víctimas la carga de la acción. «Unnecessary procedures» evita, con tímida elegancia, el uso del concepto “esterilización forzada”. “Can leave them unable to conceive” presenta como una posibilidad quizás no buscada lo que es en realidad una certeza y el objetivo mismo de las esterilizaciones.
Justo es reconocer que afortunadamente existen voces que no sólo nos están informando acerca de estos hechos sino que nos alertan acerca de su posible no excepcionalidad,. colocándolos en un contexto histórico que da cuenta de su gravedad. Una carta pública de la congresista demócrata Pramila Jayapal, dirigida a las autoridades del Department of Homeland Security, advierte acerca de la posibilidad de que se estén reeditando prácticas propias de la historia más negra de los EEUU, cuando las leyes inspiradas en la eugenesia hacían legal la esterilización de mujeres negras, hispanas y/o pobres en 32 Estados.
En relación a ese contexto histórico y sólo a modo de ejemplo, la American Public Heath Association en su publicación de 2018 Disproportionate Sterilization of Latinos Under California’s Eugenic Sterilization Program, 1920-1945, concluía:
Eugenic sterilization laws were disproportionately applied to Latina/o patients, particularly Latina women and girls. Understanding historical injustices in public health can inform contemporary public health practice.
Eugenic sterilization laws were disproportionately applied to Latina/o patients, particularly Latina women and girls. Understanding historical injustices in public health can inform contemporary public health practice.
The legacy of US eugenic sterilization laws, which 32 states used to prevent the reproduction of individuals deemed “unfit,” continues to surface in discussions of contemporary public health issues, including reproductive autonomy,1 medical mistrust,2 and prenatal genomic testing. Although public health professionals are periodically reminded of this history,3 few studies document the scale and demographics of the population sterilized by state actors. Of particular concern is the disproportionate sterilization of people of color, which has been noted in historical literature but rarely quantified.4 Disproportionate sterilization of racialized minorities is an important historical backdrop for ongoing conversations about reproductive health equity1 and implicit bias5 and structural racism6 in health care.
We used data from the California state eugenics program, the United States’ most active sterilization program,7 to examine dynamics of sterilization for Californians of Latin American descent (today described as Latinas/os) relative to Californians of other origins. Although the historical context that resulted in disproportionate sterilization of Latinas/os, particularly those of Mexican origin, during this period has been articulated,8 the total scope of anti-Latina/o bias in sterilization is unknown.
California passed the nation’s third eugenic sterilization law in 1909 and performed one third, or 20 000, of all documented compulsory sterilizations conducted under state eugenics laws.3 California’s eugenic sterilization law authorized medical superintendents in state homes and hospitals to sterilize patients classified as “feebleminded” or having conditions thought “likely to be transmitted to descendants.”9 Sterilizations declined after the law was revised in the early 1950s.
Although eugenic sterilization programs did not designate specific racial/ethnic groups for sterilization, existing racial taxonomies that constructed Whites as superior, along with class hierarchies and prejudices against people with disabilities, shaped who would be deemed fit and unfit in California’s eugenics program.8 Biases against Mexicans and Mexican Americans were especially prominent: institutional authorities described Mexicans and their descendants as “immigrants of an undesirable type” and speculated that they were at a “lower racial level than is found among American Whites.”10
Se ha informado que muchas de las mujeres que han sido víctimas de las recientes esterilizaciones no pueden denunciarlas porque están detenidas y pueden sufrir represalias, incluyendo la deportación, en cualquier momento. Se sospecha que muchos de los casos no llegarán a conocerse nunca ya que se trata de mujeres que ya han sido deportadas y han desaparecido de esta historia y de la nuestra para siempre.
Hoy, está en nosotros que se sepa, que se hable, que no quede como algo simplemente anecdótico, que indigne y que, en algún momento, se termine, se sancione criminalmente, y se repare.