Hace pocos días tuvo lugar en Chile un hecho extraordinario, que si bien debió haber sucedido hace ya mucho tiempo, ha sido definido por el escritor Raúl Zurita como “justicia poética”.
El Premio Nacional de Literatura de Chile fue otorgado el 1º de septiembre, por primera vez, a un autor de la nación mapuche, Elicura Chihuailaf, poeta, traductor, ensayista y, como él mismo se ha definido -dada la importancia que en su obra se le da a la palabra hablada y la conversación-, “oralitor”.
El hombre que en su poema Iniciación nos había contado que su Sueño (con mayúsculas) se había convertido en un bosque que vive, tuvo finalmente el mayor premio litarario de su país y se transformó en el único mapuche en haber recibido un premio (cualquier premio) en 200 años de sometimiento y resistencia.
A principios de agosto, la Facultad de Letras de la Universidad Católica y los centros de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR) y de Estudios de Literatura Chilena (CELICH) presentaron su postulación ante el Ministerio. En la presentación institucional se argumentaba que la poesía de Chihuailaf tiende un “puente entre culturas” y representa “la posibilidad del diálogo, del encuentro y de una convivencia pacífica entre los pueblos indígenas y no indígenas del mundo, y entre el pueblo mapuche y el chileno”.
De acuerdo a la académica Paula Miranda, especialista en su obra, “la poesía de Elicura Chihuailaf tiene la potencia de una palabra arraigada en la cultura mapuche, pero en contacto pleno con las adversidades del mundo actual. Su riqueza cultural y estética es en gran parte producto de ese enraizamiento en el conocimiento mapuche y en el mapuzungun, en el vínculo con la naturaleza, con la memoria y el sueño. Por eso es importantísimo este reconocimiento, pues es una oportunidad para evidenciar todas las posibilidades que nos ofrece esta poesía, en su búsqueda del ‘buen vivir’ y en su permanente ´lucha por la ternura’ y por encontrarnos en la conversación”.
El premio ha tenido un significado especial, porque es la primera vez que se premia a un poeta que no se expresa en castellano. En ese sentido, es un reconocimiento a la lengua de un pueblo que tiene entre sus tradiciones más características la poesía como forma de comprender el mundo, de darle sentido.
Pero ese reconocimiento llega además en un momento muy particular de la resistencia de su pueblo y la lucha por la recuperación y el reconocimiento de sus derechos territoriales y culturales.
No sólo se está premiando una trayectoria poética personal valiosísima sino que además se está haciendo justicia con una (y por extensión a todas) las 9 naciones indígenas a las que el estado chileno reconoce nominalmente pero no sólo no escucha ni respeta, sino a las que pretende ahogar una y otra vez con discriminación y violencia
El Poeta y su obra en pocas palabras
Chihuailaf Nahuelpan nació en la comunidad mapuche de Kechurewe, comuna de Cunco, en la región de la Araucanía, en 1952. Posee una obra ampliamente premiada y reconocida, que inició en 1977 con su primer poemario “El invierno y su imagen”, hasta la publicación de sus últimos libros “La vida es una nube azul” de 2016 y “El azul del tiempo que nos sueña”, sobre temas medio-ambientales, enmarcados en la cosmovisión mapuche, de 2020.
Su obra ha sido traducida a 20 idiomas, realiza visitas y pasantías en colegios y universidades de su país y del exterior y más de 20 obras musicales, seis exposiciones plásticas y 5 obras de danza y teatro han estado inspiradas y basadas en sus escritos.
De acuerda a Raúl Zurita, también poeta y galardonado hace 20 años con el mismo premio: “Elicura Chihuailaf no solamente es uno de los más extraordinarios poetas contemporáneos, sino que su poesía trasciende los límites de las creaciones individuales para ser la expresión del pueblo mapuche; de su cosmovisión, de su profunda relación con la naturaleza y con su entorno, de su espiritualidad; valores cruciales que la institucionalidad de Chile se ha empeñado en ignorar, en discriminar, en agredir, introduciendo la violencia donde no la había. El resultado ha sido solo empobrecernos, privarnos como país de una de las cosmovisiones más luminosas del planeta, desconocer nuestras raíces y empequeñecer nuestra propia historia…Premiar a Elicura Chihuailaf es un acto de justicia literaria pues es el mejor entre sus pares, pero también es un acto de resarcimiento que abre, y esta vez sí, un verdadero diálogo”
Cuando en mis sueños cantan las aguas del este
Marchito pasto soy
haciendo señales
a la lluvia
mas luego siento
las primeras gotas
que caen sobre el campo
¡Que me moje esta agua!
me oigo decir, bailando
entre las flores
Al despertar me elevaré
emocionado
sosteniéndome en el aroma
de una lavanda.
Ñi pewma mew vlkantunmu ti puel mapu witrunko
Choñv kachuwvn
gvnetulmekefiel ti mawvn
ka pvrvm wamfiñ ti pvlef
chi mawvn
witrulu lelfvn mew
Gvforechi mu ti mawvn!
allkvtuwvn, puru purugen
ti rayen mu
Nepeli fey ayiwkvlen witrañ
pvramuwan
nvwkvlean feyti kvme nvmvn
lafanza rayen mu.
Los poderes del agua me llevan
Viejo estoy y desde un árbol
en flor miro el horizonte
¿Cuántos aires anduve?, no lo sé
Desde el otro lado del mar el sol
que se entra
me envía ya sus mensajeras
y a encontrarme iré
con mis abuelos
Azul es el lugar adonde vamos
Los poderes del agua me llevan
paso a paso
Wenulewfv, el Río del Cielo
es apenas un pequeño círculo
en el universo
En este Sueño me quedo:
¡Remen remeros! En Silencio
me voy
en el canto invisible de la vida.
Ko ñi newen yeneenew
Zewma fvchan iñche aliwen
rayilelu mu
azkintulen fiñ ti afpun mapu
Tunten kvrvf mew miyawken?
kimlam
Nome lafken mew petu konchi
antv mew
werkvlenew zewma ñi Kallfv Kvyen
amuan ka ñi llowmeafiel
pu Fvchakecheyem
Kallfv, kallfvley tati mapu
chew yiñ amuan
Ko ñi newen ñochikechi yeneenew
Wenu Lewfv kiñe pichi troykeley
mvten tuwaykvlelu kom
afpun Mapu mew
Tvfachi Pewma mew mvlewean:
Remumvn pu remukelu! Ñvkvfkvlen
amutuan
lakenochi vlkantun mogen mew.